La reforma auspiciada por Bildu va ligada al apoyo para alumbrar la liberticida Ley Mordaza de Sánchez que, bajo el eufemismo orwelliano de Plan de Acción Democrática, persigue silenciar a los medios que destapan su corrupción familiar y la de su partido
En una de las secuencias anticipadas de la película hagiográfica con fondos públicos aún por estrenar Sánchez, ese hombre, como remedo de aquel otro documental encomiástico de José Luis Sáenz de Heredia sobre Franco, aparecen los Kirchner de la Moncloa leyendo en el desayuno prensa extranjera para proyectar una imagen de “líder global” de quien los asuntos domésticos le parecerían de segundo orden como para sobrevolarlos en Falcon. Por eso, dada esa irascibilidad que cuentan algunos de los que han trabajado a su vera, es probable que este jueves sus ayudas de cámara le hayan hurtado el último número de The Economist en el que se titula que “el rey del drama”, como ya le bautizó este semanario a raíz del amago de dimisión que fingió tras ser imputada su “consuerte” por corrupción y tráfico de influencias, se aferra como una lapa al cargo “a costa de la democracia española”. Ninguna novedad, sin duda, para muchos españoles que apostillarán aquello de, “a buenas horas, mangas verdes”. Empero, la primera página de The Economist -con una instantánea en la que los maseteros de Sánchez transmiten una imagen volcánica- entraña un aldabonazo para muchas cancillerías y aviva un clima de opinión internacional adverso hacia quien presume de no importarle gobernar sin el Parlamento y cuyos bandazos en política exterior comienzan a pasarle factura. En este sentido, la publicación del establishment occidental aflora el creciente malestar con el Ufano de la Moncloa tras años bienquisto en ámbitos decisorios europeos y norteamericanos a los que las pendencias de España -incluido golpes de Estado separatistas- casi se las traía al pairo.
Para colmo, cuando Sánchez se halla bajo la espada de Damocles de lo que este lunes resuelva la Audiencia de Madrid con relación a la instrucción del juez Juan Carlos Peinado del “Begoñagate”, el portadazo de The Economist asomaba el mismo jueves en que éste nuevamente cubre su desnudez parlamentaria con la piel de serpiente de ETA a cambio entregar el modelaje de una ley clave en democracia como es la de Seguridad Ciudadana al partido que abanderan dirigentes de la banda condenados por actos terroristas o por apología de los mismos. Así, aquellos a los que blanqueó primero para ser presidente y ahora le asisten en la gobernación de la nación que quieren derruir, así como para averiar la democracia que la rige, dictan sus normas a unas Fuerzas de Seguridad del Estado con la autoridad criminal que acopian quienes han asesinado casi medio millar de guardias civiles, policías nacionales y locales, a la par que excarcelan a su reos por la puerta falsa de terceros grados que rubrica sin rubor una consejera socialista vasca de Justicia que, aun dando nombre y apellido la Sagrada Familia, María Jesús San José, no tiene perdón de Dios ni tampoco de los deudos de unas víctimas a las que se afrenta mientras se enaltece a sus verdugos con la venia de una Fiscalía General del Estado sin dignidad ni memoria.
Luego de conceder la redacción con tinta de sangre de una mendaz ley de “memoria democrática” a los mismos que, con sus bombas, sabotearon un régimen democrático contra el que atentaron más que contra la dictadura tras beneficiarse de sucesivas medidas de gracia y perdón, Sánchez permite hogaño que acometan esta modificación de la ley de Seguridad Ciudadana que engrosa el proceso de deslegitimación constitucional y de mudanza de régimen con estas leyes derogatorias que santificará el camarlengo Cándido Conde-Pumpido en el Tribunal Constitucional. No en vano, la reforma auspiciada por Bildu va ligada al apoyo para alumbrar la liberticida Ley Mordaza de Sánchez que, bajo el eufemismo orwelliano de Plan de Acción Democrática, persigue silenciar e intimidar a los medios de comunicación que destapan la corrupción familiar y de partido del inquilino monclovita como antes la de sus antecesores.
La cuestión de fondo, aunque tenga pelotas el tema, no es el empleo de pelotas de goma por las fuerzas de seguridad, sino cómo los facinerosos de la Goma-2 y las balas de plomo en la sien desarman a la nación y a la democracia por designio de Sánchez.
Ante este despropósito, cobra vigencia la epístola moral que Pilar Ruiz Albisu, madre de Joseba Pagazaurtundua, tiroteado por ETA, le remitió al otrora líder del PSE, Patxi López, hoy portavoz en el Congreso, tras conocerse sus tratos con una de las mil variantes de capucha de EH-Bildu para burlar la legalidad y destruir la democracia. “Ya no me quedan dudas -manifestó esta madre coraje socialista- de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son. A tus pasos los llamarán valientes. ¡Qué solos se han quedado nuestros muertos, Patxi! ¡Qué solos estamos los que no hemos cerrado los ojos!”. Aquel “tú me dijiste que nada de eso pasaría” resuena perenne, pese a convenir con Maquiavelo que “los hombres son tan obedientes a los apremios del presente que aquél que miente halla siempre a quien se deja engañar”.
Con la Ley de Seguridad Ciudadana impulsada por Bildu, con el asentimiento del conglomerado Frankenstein, la cuestión de fondo, aunque tenga pelotas el tema, no es el empleo de pelotas de goma por las fuerzas de seguridad, materia en cualquier caso de peritos, sino cómo los facinerosos de la Goma-2 y las balas de plomo en la sien desarman a la nación y a la democracia por designio de Sánchez. Evocando lo dicho por Sánchez en 2015 de que “con Bildu no vamos a pactar, si quiere lo digo cinco veces o veinte durante la entrevista”, tal y como le insistió al periodista de Navarra Televisión, su abrazo de náufrago parlamentario a Otegi rememora el supuesto beso mafioso entre quien encarnó el poder político en la Italia de la posguerra mundial hasta el escándalo “Tangentópolis”, Giulio Andreotti, siete veces presidente y 20 ministro, y el sanguinario jefe de Cosa Nostra, Salvatore Totò Riina, condenado a 13 cadenas perpetuas, para sellar el pacto del diablo entre el Estado y la Mafia borrando la línea divisoria entre la ley y el delito.
El pulpo gigante de la Mafia
Aquel ósculo casi imperceptible que el capo mafioso habría depositado en la mejilla de “Il Divo” es la escena central de la película de ese título de Paolo Sorrentino. En la cinta, el director napolitano retrata a aquel divino, por eterno, dirigente de la Democracia Cristiana y senador vitalicio que, según la Corte de Apelación, había sostenido «una auténtica, estable y amistosa disponibilidad (…) hacia los mafiosos hasta la primavera de 1980”. No obstante, aquel profesional del poder se fue de rositas al haber prescrito el delito. “¿Usted me ve besando a Andreotti?», objetó el padrino Riina al ser inquirido sin ocultar su estima por aquel “caballero de la política”. Al margen de la plasmación afectuosa de la componenda al ironizarse con que Andreotti, si acaso, habría besado dos veces en la vida a su esposa, pocas incógnitas se albergaban de que la Piovra, el pulpo gigante de la Mafia, se apropió del Estado aprisionándolo con sus tentáculos.
Los etarras están consiguiendo todo aquello que antes procuraron con las armas merced a quien no tiene escrúpulo en plegarse al brazo político de la banda terrorista certificando así que está dispuesto a lo que sea y como sea con tal de permanecer en el poder
Sin existir evidencia gráfica de que Sánchez haya refrendado su complicidad con Otegi mediante alguna muestra de común cariño, por no haberse reunido públicamente como tampoco lo ha hecho con Puigdemont, los etarras están consiguiendo todo aquello que antes procuraron con las armas merced a quien no tiene escrúpulo en plegarse al brazo político de la banda terrorista certificando así que está dispuesto a lo que sea y como sea con tal de permanecer en el poder, rebasando si menester fuera todas las líneas rojas, como le afea The Economist. Sin necesidad de fijarse en la portada del semanario, es doloroso asistir a un momento crítico como el que vive España sin que se registre la resistencia que cabría esperar en la ciudadanía para no dejarse arrebatar una libertad que tanto esfuerzo y dolor costó alcanzar. Creyéndola para siempre, se ha franqueado que se adueñen de ella falsos liberadores hasta preguntarse, como el sabio Spinoza, ¿por qué demonios los hombres luchan por su servidumbre como si fuera su salvación? No por casualidad, en torno al derribo de la ley de Seguridad Ciudadana, se machihembran todos aquellos que respaldan las dictaduras comunistas o las autocracias que se perfilan en países como México, donde una antigua militante del grupo guerrillero colombiano M-19 se aposente en el Sillón del Águila. Así, su colega Gustavo Petro se jactaba en la toma de posesión de Claudia Sheinbaum de que, para quienes no quieren café, dos tazas. “Ahora el M-19 -proclamaba- ha dado dos presidentes en América Latina” .
Sin embargo, siendo la hipocresía la calle mayor del mundo donde “ninguno es lo que parece”, según Quevedo, cualquiera diría que la extrema izquierda es inexistente en España frente a una desmandada extrema derecha que no se circunscribiría a una formación, sino a todo el arco parlamentario que pacte o sostenga Ejecutivos alternativos a los de esa falazmente ficticia (pero real como la vida) ultraizquierda. Basta contemplar cómo, cada día que pasa, se escora más el fuste torcido en el que se aupó Sánchez para llegar y perpetuarse en el poder con todos los detractores de la democracia, de la Constitución y de España. Si al doblegarse a todos los enemigos declarados del Estado renunciaba a forjar una política de Estado, ahora el doctor Sánchez, ¿supongo? comprueba que, como colige Mefistófeles en el Fausto, de Goethe, depende de todas y cada una de las piezas del Frankenstein que armó para ser presidente con menos escaños propios que nadie. En suma, ha optado por ser parte de un averno que ha dejado de ver como tal.
Humanizar al autómata
Al renegar del PSOE socialdemócrata refundado en Suresnes en el tardofranquismo y acaudillar una formación personalista -el Partido Sanchista- que organiza una convención en Sevilla que es un concurso de belleza masculina en el que escoger a “Míster Guapo” tras hacer que una asalariada suya cree la cuenta “Mr. Handsome” entre el delirio de los almodóvares de turno, Sánchez anda a la busca de reforzar su condición de minoría mayoritaria y seguir mereciendo la gracia de sus aliados. En su estrategia encaminada a unas elecciones adelantadas siempre que sobreviva al General Invierno, tratará de matar al chinche de Puigdemont sin necesidad de quemar el colchón que mudó al arribar a La Moncloa en su moción de censura de la primavera de 2018 contra Rajoy después de que el líder del PP creyera tener la legislatura despejada al darle el PNV su plácet a unos Presupuestos que, a la postre, gestionaría quien había enarbolado la bandera del “no es no” en contra de los mismos.
Frente a esa deriva, como subraya The Economist, el mayor activo de Sánchez es una oposición ineficaz y dividida, lo que puede favorecer, si el centro derecha confunde sus prioridades y la gasolina de los fondos europeos da para surtir el clientelismo gubernamental, a convocar elecciones en verano. A ello apuntan tanto el intento de humanizar al autómata como el de fantasear con unos datos económicos claramente maquillados tras colonizar la estadística oficial. Diera la impresión de que España vive en el mejor de los mundos, como cuando Zapatero blandió fatalmente que la economía española era un insumergible coincidiendo con un aniversario del hundimiento del Titanic. Ningún gobierno ha dispuesto de mayor control de la estadística y de los medios de comunicación encargados de publicitarlos a golpe de timbal.
Gobierno opresor y tigres feroces
Hablando de “la doma del poder” y la subsistencia de la democracia, el Premio Nobel Bertrand Russell refiere cómo Confucio observó en el Monte Tai a una mujer que lloraba sobre la tumba familiar de su suegro, su esposo y su hijo devorados por un tigre. Al preguntarle el sabio chino por qué seguía viviendo en aquel peligroso paraje, la viuda respondió: “Porque aquí no hay gobierno opresor”. Ello le llevó a concluir a Confucio: “Recordad esto, hijos míos: el gobierno opresor es más terrible que los tigres”. Pero, ¿qué acaece si, además a los gobiernos despóticos que no respetan la separación de poderes, los escoltan tigres que jamás se han arrepentido de sus ferocidades y le agracian con poder cosechar sus objetivos últimos sin recurrir a sus garras y bastarle con mostrarlas?