Ignacio Camacho-ABC

  • El Gobierno ve en Bildu a su socio más fiable. Y está dispuesto a excarcelar a sus presos antes de que el mandato acabe

Cuando dejen de cachondearse (con motivos de sobra) de la ya célebre incompetencia del PP, Sánchez y sus ministros podrían empezar a explicar a los españoles por qué han decidido sacar de la cárcel antes de tiempo a los presos de ETA reduciendo el cumplimiento efectivo de sus condenas en unos ocho años de media. Si tienen un motivo para hacerlo porque creen de veras que la sociedad española puede asumir una medida como ésa, es hora de que lo defiendan sin recurrir al subterfugio de una enmienda retroactiva embozada en la adaptación de una normativa europea. En lugar de eso se refugian en la tergiversación y en la triquiñuela, los clásicos recursos para camuflar una vergüenza.

La oposición al completo ha hecho el ridículo por no leerse o no saber interpretar la espesa prosa legislativa. Sus congresistas votaron a favor de un texto cuya trascendencia real les resultaba desconocida, y ése es un error que va mucho más allá de la torpeza para adentrarse en el territorio de la desidia. Pero el Ejecutivo sí sabía lo que hacía. Había pactado con Bildu una iniciativa subrepticia para anticipar la salida de prisión de los terroristas. La propuso un representante de Sumar, para mayor disimulo, y ni los diputados del PP ni los de Vox repararon en ella durante el trámite en la comisión de Justicia. Cuando hicieron el primo en el Pleno y se tragaron la engañifa, los ministros y portavoces que estaban en el ajo debieron de mirarse aguantando la risa. Misión cumplida.

El aspecto mollar de esa reforma de apariencia inocente fue cuidadosamente eludido a lo largo de todo el debate parlamentario. Sus muñidores lo ocultaron con sumo celo para que nadie, tampoco la prensa y quizá ni la mayoría de los legisladores socialistas, se apercibiese del apaño, que iba ya directo hacia su convalidación en el Senado cuando una revelación periodística levantó el escándalo. La izquierda y sus socios separatistas tenían mayoría suficiente para aprobarlo; la razón del encubrimiento era por tanto la de evitar el más que probable rechazo ciudadano y la indignación de las víctimas ante la excarcelación prematura de un buen puñado de verdugos sanguinarios.

Éste es el fondo de la cuestión, el que ahora, demasiado tarde, intentan poner de manifiesto los populares para obviar su negligencia flagrante. Se trata de que el sanchismo ha encontrado en los herederos del proyecto etarra a sus aliados más leales. Gente que apoya sus políticas sin hacer ruido a cambio de sacar a la calle a los pistoleros con más espantoso historial de sangre. Ése es su único programa conocido a escala nacional y van camino de completarlo antes de que la legislatura acabe. No necesitan extremar el chantaje porque saben que Moncloa los considera intachables y comprometidos progresistas en cuya compañía da gusto ir a cualquier parte. A cualquiera menos a donde iría un Gobierno respetable.