Kepa Aulestia-El Correo

El pasado se resiste a desaparecer. No habrá dos socialistas que en público o en privado coincidan en explicar el porqué de la enmienda introducida a iniciativa de Sumar para propiciar que los aún presos de la extinta ETA acumulen los años de cárcel en Francia a los cumplidos en España. Tampoco habrá dos populares que ofrezcan la misma versión sobre su continuado voto a favor de esa enmienda. Es por lo que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo optaron por buscar el empate en el pleno parlamentario del miércoles. El segundo emplazando a la conciencia del presidente para «retirar la ley». El primero preguntándose si es más grave «la hipocresía o la insolvencia» del PP.

Si nos atenemos a la intervención de Pedro Sánchez en el Congreso, esa enmienda no servirá para rebajar la estancia en prisión de los condenados que se acojan a ella. Los cuales –según fuentes socialistas– cumplirán el máximo de 30 años de privación de libertad. Si eso va a ser así, ningún etarra preso saldrá beneficiado por el cambio legal. Pero también cabe concluir que la disimulada maniobra realizada asignando a los de Sumar la tarea de presentar la enmienda puede incluirse dentro de los engaños mutuos sobre los que Sánchez trata de devolver a España a la normalidad. Léase una amnistía que difícilmente resultará tal, una financiación singular para Cataluña que muy probablemente no llegue a un sistema de Cuota y Concierto, y ahora un desahogo para la izquierda abertzale cuyos miles de seguidores sin pena se estarán jactando estos días de haber burlado al Estado metiendo un gol a la derechona española. Aunque sea para nada.

La vida parlamentaria e institucional ha perdido esta semana el mínimo de seriedad que se le requiere. El ocultismo político es lo contrario a la regeneración democrática. De modo que ni los más entusiastas de la implantación de ésta por mandato gubernamental tienen otra salida que esperar en total silencio una próxima oportunidad. La obscenidad representada por el portavoz popular en el Congreso, Miguel Tellado, con las fotos de socialistas asesinados por serlo, recuerda que un centroderecha plural ha de ser cuidadoso en las formas, porque son las que desacreditan o permiten acreditar los argumentos de fondo.

Ni la directiva europea de 2008 obligaba a España a que Sumar introdujera la dichosa enmienda, ni el Consejo de Estado se había pronunciado en ese sentido, ni Sánchez ha mantenido el apoyo incondicional de Otegi durante los últimos seis años y consigue proyectarlo hacia el futuro más que a cambio de una concesión moral. Pero nada menos que a cambio de una concesión moral que le resta importancia a que los presos de ETA que recuperan la libertad muy entrados en años, e incluso en un estadio avanzado de una enfermedad irreversible, en ningún caso atienden al reconocimiento del mal causado injustamente. Y mientras hay deudos de víctimas que legítimamente desautorizan a Tellado por hacerse portavoz de su ánimo para la refriega parlamentaria, muchas otras no encuentran oportunidad alguna de hacer patente la humillación que soportan cada vez que la izquierda abertzale se jacta de haber troleado a todos los demás.