Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Llegan las elecciones americanas ·
- El problema para los europeos, que estamos tan preocupados, consiste en que votan solo… los americanos
Las elecciones americanas provocan siempre la perplejidad de los europeos. Pensamos que sus problemas son similares a los nuestros y que, en consecuencia, las soluciones deben ser también similares. Si, además, creemos que ellos ven las cosas con el mismo enfoque y razonan de acuerdo a los mismos mecanismos, el error de apreciación está asegurado. Para nosotros, el problema consiste, simplemente, en que en las elecciones americanas votan solo… los americanos. Muchos creemos que eso es un grave error, además de una manifiesta injusticia. Primero, porque la mayoría de las decisiones que adoptan nos afectan directamente. Desde la defensa, piensen en la manera en la que la OTAN financian sus gastos, hasta la economía, en donde la protección de sus mercado, su política de inversión, la fiscal e, incluso, sus acuerdos con China, inciden directamente sobre nuestras empresas y nuestros intereses. De ahí que las elecciones americanas atraigan la atención de todos. No hay duda, creo yo, de que si votásemos los europeos ganarían los demócratas. Aquí, a este lado del Atlántico, el hecho de la candidata sea una mujer no blanca está mucho más normalizado, creo, y despierta menos recelos, quiero creer. Mientras que a Trump ‘el faltón’ se le analiza más, y sin piedad, la superficie de sus mamarrachadas que los contenidos de sus programas.
La contienda parece feroz, pero los programas de ambos contendientes incluyen grandes zonas comunes. Sin duda, la primera y más importante de ellas es la coincidencia básica en el fondo del mensaje. Ambos proponen proteger al producto fabricado en los Estados Unidos. Trump lo hace con estridencia, paseando su lema ‘Make America Great Again’ por todo el país escrito en gorras, pintado en camisetas y agitado desde pancartas y banderolas. El mensaje es tosco y sin matices, pero es directo y se entiende. Por su parte, Kamala Harris, tampoco lo oculta, aunque lo disimula mejor porque grita menos. La Administración americana puso en marcha en 2022 el mecanismo del IRA, la Inflaction Reduction Act, que es el mayor programa de ayudas a la inversión en clima, energía y seguridad de la historia americana.
A partir del próximo mes, la Administración americana será demócrata o república pero, en todo caso, será práctica y protectora. Aquí nos hemos dado un tiro en el pie de la industria al implantar políticas urgentes con autolimitaciones severas. Tenemos graves carencias de suministro energético, pero hemos prohibido la exploración, no solo la explotación, de nuevas fuentes de energía. Todos allí son más prácticos y mientras no tienen empacho en buscar y explotar yacimientos de gas de esquisto, aquí preferimos que lo extraigan ellos, lo licúen en sus puertos, lo transporten en sus barcos, para que lo gasifiquemos en nuestras instalaciones. Todo con un coste enorme y con mayores emisiones. Aquí creemos -esa es la impresión-, que las emisiones ajenas nos son ajenas. Y mientras que la industria europea sufre, las emisiones contaminantes a la atmósfera crecen en el mundo. Trasladen el análisis a la industria del automóvil, a la química, a la defensa y a la energía y llegarán a similares conclusiones.
Y luego está el tamaño, la agilidad operativa, la capacidad de decisión y el coste de la administración que allí es mucho más directa y barata, mientras que aquí nos embrollamos en una tupida red de organismos duplicados, de competencias mal repartidas, peor ejecutadas y mucho más costosas que nos abruman. Vean lo que sucede con el mercado interior europeo en materias como el sistema financiero, la energía o la defensa. EE UU con sus numerosos defectos es un país con una dirección clara, aunque no siempre sea acertada. Nosotros somos 27 países, más el quiere crear el informe Letta para armonizarlo todo.
Por último y gane quien gane, la política fiscal se orientará más a la generación de riqueza que a la recaudación. Si aquí importa poco el déficit, allí ni les cuento. Claro que tienen un arma fabulosa. La máquina de imprimir dinero la manejan entre unos pocos y luego aceptamos sus billetes de papel como pago de sus barriles de petróleo y sus teléfonos y sus ordenadores. Tenga por seguro de que gane quien gane ganará la economía y la industria americana. Con mayor o menor estridencia.