Editorial ABC
- Si el propósito de Génova es alcanzar una mayoría suficiente para gobernar sin pactar con Vox, parece evidente que la estrategia actual no está dando el resultado previsto
El Partido Popular debe de leer la encuesta de GAD3 con estimación de voto como una advertencia de sus propios votantes sobre la forma en la que está ejerciendo la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez. Aunque mantiene una clara primera posición en la opción de los electores y mejora los resultados obtenidos en las elecciones del pasado año, los datos muestran un retroceso significativo en escaños y voto estimado respecto del barómetro de marzo pasado. Si hoy se celebraran elecciones, el PP obtendría 147 escaños y el 34,1 por ciento de los votos, cuando en marzo esas cifras eran de 159-165 diputados y el 37,9 por ciento de voto estimado. El beneficiado principal de este retroceso del PP es Vox, que sube al 12,9 por ciento de votos y alcanza los 40 escaños, sumando 7 a los que obtuvo el año pasado.
La explicación a esta transferencia de apoyos en el bloque de derecha se encuentra en el deseo del 77 por ciento de los votantes del PP de que este partido actúe con más contundencia, expresado cuando se pregunta por la labor de oposición del partido dirigido por Alberto Núñez Feijóo, un porcentaje similar al de los votantes de Vox preguntados por la misma cuestión. Este movimiento de entrada y salida de apoyos entre PP y Vox no debilitan la alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez, porque alcanzaría una cómoda mayoría absoluta de 187 escaños. Ahora bien, si el propósito de la cúpula del PP es alcanzar una mayoría suficiente para gobernar sin necesidad de pactos con Vox, entonces parece evidente que la estrategia actual no está dando el resultado previsto. Estos datos coinciden, además, con el ciclo más bajista de Pedro Sánchez, marcado por su responsabilidad política en los casos de corrupción del PSOE -que se la imputa el 52,5 por ciento de los encuestados por GAD3-, por una abrumadora valoración negativa de la gestión de su Gobierno en vivienda, en la lucha contra la corrupción y en la política migratoria y, concretamente, por el impacto de la investigación abierta al fiscal general del Estado y a su esposa Begoña Gómez.
El PP puede identificar en la inmigración un foco de confusión en su electorado, aprovechada por Vox para ofrecer la alternativa de un discurso simple, con la comodidad de no tener que confrontarlo con la gestión de gobierno. Ahora bien, lo que no está claro es en qué consistiría esa mayor «contundencia» que piden los votantes. Cunde una cierta frustración en la derecha por la perpetuación de Sánchez en La Moncloa, como si esto sucediera por errores y debilidades de la dirección del PP, cuando lo único cierto es que Sánchez sigue en la Presidencia del Gobierno porque en democracia están tasadas las vías para apartar a un presidente elegido por el Congreso de los Diputados. No hay líder opositor que pueda sustituir solo con su carisma y sin mayoría esos procedimientos, como la moción de censura o la cuestión de confianza. La mayoría de españoles considera necesaria la celebración de nuevas elecciones, que es la salida democrática al descrédito imparable del Gobierno de Sánchez. Pero son Sánchez y sus socios los que deben tomar nota de esta opinión pública.
Contundencia no equivale a insultar más, a gritar más alto o a elevar el grueso de las propuestas populistas. Sí se puede ser más contundente, sin gritar más, pero mejorando la estrategia de comunicación -en fondo y forma-, seleccionando con criterio las iniciativas políticas y ofreciendo a las familias planes para aumentar la calidad de su vida.