Ahora que ya hemos pasado por el asombroso asunto de Íñigo Errejón y su extraña influencia sobre las tías de izquierdas, tal vez sea hora de volver a mandamiento y centrarnos en el tema. Son bastantes las voces que se han levantado para expresar sorpresa por la rara oportunidad con que afloran a la actualidad estos pequeños escándalos que apartan la conversación ciudadana de las cuestiones que debieran ocuparla en punto a su gravedad y al interés para la nación, el devenir judicial de Begoña Gómez, sus relaciones con sus socios, los facilitadores de su cátedra y a la actitud de su marido en todo ello.
Un elemento capital en las andanzas de Pedro Sánchez ha sido Víctor de Aldama, compañero de Bego en las noches de San Petersburgo, comisionista de la trama Koldo y urdidor de todo el tejemaneje de las mascarillas para sacar dinero al Gobierno. También era comisionista en otros asuntos, como la exigencia a Hidalgo de una mordida de 4,5 millones de euros por su participación en el rescate de Air Europa. Hidalgo fue el tercer participante en la reunión de Bego y Aldama en San Petersburgo, pero no quedó ahí la cosa, porque Víctor de Aldama también tuvo un papel estelar en la visita de Delcy Rodríguez a Barajas con sus maletas de destino incierto y de un contenido muy probable, las 104 barras de oro. Como es de común conocimiento, Aldama está en prisión sin fianza por el fraude de los hidrocarburos, 182,5 millones de euros.
Era bastante previsible que los periodistas de la rueda de prensa convocada en Faro, tras la cumbre hispano-lusa, pactaran las dos preguntas. El juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno acababa de pedir al Tribunal Supremo que investigue a José Luis Ábalos, por creer que hay indicios serios de su participación en lo de Koldo. El periodista que hacía de portavoz, inquirió en nombre de toda la prensa española: «Usted dijo en febrero que no sabía nada de las actividades presuntamente delictivas del ministro (Ábalos) pero queríamos saber si tenía al menos alguna sospecha de cuáles podían ser sus actividades y si en algún momento ha tenido usted algún contacto con el contratista de la trama corrupta, el empresario Víctor de Aldama».
Hay ocasiones en que a uno le llena de orgullo hasta el propio oficio y esta era una de ellas. Fue una papeleta para Sánchez, que no quiso responder a pregunta tan sencilla. Él ya se había ne cuando se la formularon los diputados de la oposición en el Congreso. La novedad es que en este asunto no mintió, como acostumbra. Se limitó a tirar de método Ollendorf para no hablar de la cuestión y responder por peteneras.
Probablemente sabía que estaba al caer la foto que ayer abría la portada de El Mundo: su foto con Aldama en La Latina tras la presentación de Pepu Hernández como candidato a la Alcaldía de Madrid. Antes había seguido el acto sentado entre todos los dirigentes socialistas, en la tercera fila del teatro.
Dice Sánchez que nunca ha tenido trato con Aldama, algo perfectamente desmentido por la foto y la contextualización de la misma que se hacía ayer en estas páginas. Y la ministra de Igualdad, ya repuesta del sofocón del zangolotino, recordaba la foto de Feijóo con Marcial Dorado de hace 29 años, cuando aún no era nadie en la Junta de Galicia y a Dorado le faltaban ocho años para ser narcotraficante.