Tonia Etxarri-El Correo

Es tal el calvario que está pasando la militancia de Sumar, después de que trascendieran los testimonios de las presuntas víctimas por abusos y malos tratos de Íñigo Errejón que, horas después del impacto, han decidido sacudirse las responsabilidades. De la mejor manera que se les ha ocurrido. Admitiendo que minimizaron la agresión conocida hace un año pero que, en realidad, no se enteraron de nada. Durante el fin de semana de ausencia de Yolanda Díaz, el ministro Urtasun aguantó el tipo como pudo transmitiendo una idea fuerza: que falló el control en su formación. Una forma de no reconocer que habían mirado para otro lado cuando llegaron las quejas. Porque, estos días, una pléyade de enterados se han apresurado a salir al escenario para asegurar que estos comportamientos de Iñigo Errejón se sabían desde hace tiempo. O sea que todas, todos y todes lo sabían. Pero como era ‘uno de los nuestros’, que diría el escritor Josep Conrad, prefirieron hacer la vista gorda. En los ambientes de Podemos, desde donde se dio curso a las denuncias en las redes, aseguraban que se estaba hablando de un secreto a voces. Pero no estaba quedando bien el relato. Ese conocimiento de los problemas de Errejón les dejaba en muy mal lugar porque, al no denunciarlo, se convertían en cómplices. Así es que tocaba exculparse porque, de lo contrario, se les venía abajo todo el discurso feminista de la extrema izquierda. «Aparta de mí ese cáliz», viene a ser su eslogan en las últimas horas. Ese cáliz de los Evangelios empleado como sinónimo de sufrimiento y amargura. Que es lo que le embarga al mundo de la extrema izquierda, con su moralina, tan prisionero de su discurso.

Aseguraba ayer Mónica García, ministra, médica y madre, que si lo hubiesen sabido, habrían acudido a comisaría a denunciarlo. El caso es que lo sabían. Ione Belarra había informado a la actual vicepresidenta del Gobierno de los presuntos abusos de Errejón ¡desde hace un año!, en el momento de elaborar las listas para las elecciones del 23-J. ¿Pero en aquellos tiempos no estaba Podemos en el gobierno con Irene Montero como ministra de Igualdad? ¿Qué hicieron? Nada. Podemos está aprovechando esta munición ahora que los cargos de Sumar han entrado en shock. Pero los Pablo Iglesias poco tienen de qué alardear. Son el reflejo de la pura incoherencia entre lo que predican y lo que practican.

Toda la presión ha recaído sobre Yolanda Díaz. Pero no anunció más movimiento que el de la dimisión de Errejón. Pidió disculpas aunque considera que actuó con prontitud y contundencia al apartar a su portavoz parlamentario después de que éste le hubiera reconocido comportamientos machistas y vejatorios contra las mujeres. Pero el tratamiento contra su adición al sexo y al consumo de sustancias lo conocían en su partido. Desde hacía tiempo. Mantuvieron silencio. Prefirieron quedarse con la idea de que estaba mejorando. Si no llegan a trascender los testimonios de las mujeres, quién sabe hasta cuándo se habría permitido que el presunto depredador siguiera actuando. Ha sido un encubrimiento en toda regla. Y quedan muchos interrogantes por despejar.