Editorial-El Español

La dimisión de Íñigo Errejón tras su confesión de un expediente de conductas sexistas está siendo aprovechada como una plataforma para la ostentación moral, con líderes de los distintos partidos sumándose cada día a la condena solemne de las presuntas vejaciones misóginas cometidas por el exportavoz de Sumar.

Es evidente que en muchos de los casos se trata de un mecanismo de sobrecompensación para eclipsar la responsabilidad que tuvieron, quienes ahora niegan a Errejón, en la permisividad hacia sus comportamientos misóginos.

Pero esta afectación de rectitud virtuosa entra en el terreno del recochineo cuando quien denuesta conductas ajenas es nada menos que una persona condenada por pertenencia a organización terrorista, secuestro y enaltecimiento del terrorismo.

Arnaldo Otegi ha declarado este martes sentirse «realmente afectado» y «tocado» por la «desoladora» situación creada por las acusaciones de violencia sexual contra Errejón. Nunca se ha mostrado tan conmovido, en cambio, por el sufrimiento causado por la banda armada de la que formó parte a sus cientos de víctimas, a quienes se ha resistido a pedir perdón de forma explícita y clara.

La desdemonización de EH Bildu impulsada por Otegi, que le ha permitido quedarse a las puertas de ganar las elecciones autonómicas en País Vasco, ha venido de la mano de la reconversión de la izquierda abertzale, que ha cambiado la bandera de la violencia política por la de causas como el ecologismo, la justicia social o el feminismo.

Pero la impostura de este lavado de cara aflora cuando Otegi se permite calificar a Errejón de «monstruo», de lo que se infiere que considera más graves unos presuntos tocamientos a una mujer que la implicación en secuestros y asesinatos.

Sólo desde una brújula moral depravada puede hablar de «monstruos» quien ha llevado en sus listas a terroristas con delitos de sangre. Quien fue a visitar a la exjefa de ETA Anboto a la cárcel días después de lograr que pasase bajo el radar de la oposición la reforma que permitirá acortar las penas de prisión de decenas de etarras. Quien dirige un partido que sigue organizando homenajes a los asesinos de la banda.

Aunque Otegi, que ha mutado de terrorista a feminista, tiene razón cuando sentencia que «no hay que buscar monstruos» porque «los tenemos a nuestro lado». Están sentados en el Congreso de los Diputados. Y el PSOE les ha cedido sus votos para que la reforma de la llamada «ley mordaza», que desprotegerá a las fuerzas de seguridad, supere el primer trámite parlamentario este lunes.