- Pero sin llegar ahí, solo con depositar tu confianza en el orden contencioso administrativo hasta agotar la vía judicial, lo habitual, lo que sucede una amplia mayoría de las veces, es que vencerás a Hacienda
Salvo que tengas el pulmón financiero suficiente para, agotadas las vías trucadas, que son las administrativas, saltar al tercer poder, interponer recursos contencioso-administrativos e incluso, si tienes mucho valor y mucho precio, mirar a los ojos a la fiera salvaje que abre sus fauces para comerte y abrir tú unas fauces mayores, más anchas, más fuertes, más feroces, y llevarte a los inspectores, subinspectores y demás funcionarios insaciables al orden penal. Quizá te han acosado, han revelado secretos, han prevaricado, quién sabe si han insinuado cohechos. A ver quién aguanta más.
Pero sin llegar ahí, solo con depositar tu confianza en el orden contencioso-administrativo hasta agotar la vía judicial, lo habitual, lo que sucede una amplia mayoría de las veces, es que vencerás a Hacienda. Lo hemos visto en algunos futbolistas, esos tíos que tienen la suerte de poder ganar millones mensuales a patadas sin que a nadie le siente mal, sin despertar envidias mortales y sin que los frustrados anónimos te maldigan en X. No sé si estamos valorando lo suficiente que, ante jueces y tribunales poniendo la lupa, la Agencia Tributaria suela perder. Por cierto, aunque parezca increíble, esas derrotas no se traducen en la pérdida de los bonus que cobran los inspectores.
Concretando, con datos de 2020, Hacienda solo gana uno de cada tres casos en Cataluña cuando el contribuyente acude a la Justicia. Para el conjunto de España, la cosa está mitad y mitad. Como tirar una moneda al aire. ¿Quién no lo haría para tratar de zafarse de una bestia con ejecutividad, ejecutoriedad y acción de oficio que te come los higadillos? La estocástica e inmediata inferencia acude sola: la mitad de las veces en que Hacienda se sale con la suya y el asunto no llega a los tribunales, que es lo que sucede casi siempre, o siempre, el Estado no tiene razón. El Estado te avasalla y tú estás indefenso porque si no pagas te embarga, te ejecuta, y como simple ciudadano de a pie careces de recursos para acudir a la instancia que podría corregir y enjaular a la bestia. Instancia a la que en teoría tienes derecho, pero que está reservada al multimillonario.