Miquel Giménez-Vozpópuli

¿Tanto le cuesta la tintorería a Sánchez que no se ha desplazado a pie de obra, hundiéndose en el fango, para cumplir con su deber?

No, no me he equivocado queriendo citar la obra “Cañas y barro” del valencianísimo Vicente Blasco Ibáñez. Se trata de un barro real que ha destrozado esa tierra tan querida, tan espléndida, llamada Valencia, tan pródiga en lo que da como recta y justa en sus demandas. Habría que crear un nuevo Tribunal de las Aguas para juzgar al líquido elemento que ha arrasado esas feracísimas huertas y, ya de paso, juzgar también a algunos elementos líquidos que se convierten en aguas residuales cuando de afrontar responsabilidades se trata. Porque si las soluciones dependen de ellos, aquellas buenas gentes están perdidos.

Prefiero no manchar la pena que comparto con mis compatriotas valencianos con la crítica que habrá que hacer, si conviene por cauces legales, a quienes derriban pantanos que servían de contención a la muerte vestida con húmedos ropajes so pretexto de la maldita Agenda 2030. Una Agenda que llevan denunciando hace años agricultores y ganaderos como una puñalada mortal a nuestro agro y a los que reconozco una capacidad infinitamente superior a la de nuestros gobernantes en el conocimiento de sus tierras y de cómo deben gestionarse. Prefiero no cargar la tinta espesa de la rabia, la indignación y la rebeldía por la más humana, dulce y solidaria del sentimiento. Porque lo siento mucho, queridos valencianos. Siento, en primer lugar, las personas fallecidas como si fuesen de mi propia familia; siento el dolor de ver como lo que teníais os ha sido arrebatado.

Una vez más, amén de nuestros uniformados provengan del cuerpo que sea a los que Dios bendiga, debo decir que me siento humilde ante el coraje de los vecinos que han dado al resto de españoles el más alto ejemplo de heroísmo

Una compañera de Tele5 de informativos estaba cumpliendo con su obligación justo en su pueblo natal y, señalando un montón de cajas y muebles que formaban un montón desordenado y embarrado, decía conteniendo las lágrimas “Eso es lo que queda de mi casa”; lloro con mi entrañable compañero y magnífico poeta Ferran Garrido el perder una parte de tu vida, de tu tierra, de tu historia, de tu alma; lloro con mi no menos querida compañera y amiga, Cristina Seguí, valenciana hasta decir basta, y quisiera enjugar las lagrimas que la hacían parecer la viva imagen del desconsuelo en un vídeo que grabó para su canal de Youtube. Y a mi amigo de una infancia compartida entre juegos y risas, paellas y caramelos, cabalgatas de Reyes que acabó siendo marino de nuestra Armada, ejemplo de hombre de bien, Pablo, Pablete por entonces, que tiene en Requena su alma y su corazón aunque haya nacido en nuestra Barcelona. Y a tantos y tantos que en las tierras valencianas conozco, estimo y respeto, esa comunidad que tiene en su himno toda una declaración de principios: “Per ofrenar noves glòries a Espanya”. No puedo expresarles todo lo que siento al verlos en tal situación. Una vez más, amén de nuestros uniformados provengan del cuerpo que sea a los que Dios bendiga, debo decir que me siento humilde ante el coraje de los vecinos que han dado al resto de españoles el más alto ejemplo de heroísmo. Si se concedieran todavía las Laureadas yo le la daría una colectiva a todo Valencia porque se la merecen con largueza.

Antes de finalizar este artículo solo decir que se me ha encendido la sangre al ver como alojaban a nuestros compatriotas en polideportivos. ¿Acaso los hoteles de tres estrellas están ocupados en su totalidad por los “menas”? ¿No habrá paguitas para quienes todo lo perdieron? ¿Se limitarán a decir que la culpa es del gobierno autonómico por ser del PP? ¿Tanto le cuesta la tintorería a Sánchez que no se ha desplazado a pie de obra, hundiéndose en el fango – este sí, real – para cumplir con su deber? ¿En su visita solo se ha preocupado de alejar a los españoles que le gritaban a voz en cuello su desamparo, su abandono por parte del gobierno? ¿Por qué no se ha decretado el estado de alarma y movilizado a nuestras FFAA, que prestarían un servicio vital en las labores de limpieza, desescombros, logística – la gente no tiene luz ni agua ni comida ni medicamentos – y los uniformados que están allí están al límite de sus capacidades? Existe el barro, el fango en España, efectivamente. Y tiene apellido. Sánchez.