Juan Van-Halen-El Debate
  • Un viejo amigo canario me dice: «Parecidas promesas escuchamos en La Palma y no ha cumplido. Sánchez promete, bla, bla, bla, desaparece y todo es olvido».

Begoña Gómez vivió al tiempo la satisfacción y la aflicción durante su reciente viaje a la India. La satisfacción de verse llamada «primera dama de España», cuando lo es la Reina y ella no tiene consideración singular por ser mujer del presidente, y la aflicción de enterarse en la feliz lejanía, rodeada de asesores de su marido, de que el juez Peinado la imputa dos delitos más: apropiación indebida e intrusismo profesional.

El viaje de Sánchez no tenía objetivo político claro salvo acompañar a su mujer para establecer contactos de negocios. Fuentes hindúes me cuentan que sorprendió que eligiese visitar precisamente una universidad privada, pero interesaba a su fundraising. No creo en las coincidencias, y el matrimonio coincidió allí con Delcy Rodríguez, la venezolana portadora de maletas con contenido ignorado. Lo sabremos. Preveo que Aldama, Koldo, Barrabés o Ábalos se irán de la lengua. No serán chivos expiatorios del número 1.

Sánchez insistió en la persecución de la ultraderecha que padece su mujer, pero los presuntos nuevos delitos imputados a Begoña Gómez no se deben a una acusación determinada sino al juez. Y Manos Limpias, ahora para Sánchez de ultraderecha, es la que motivó en su día la condena de Urdangarin y la imputación de la Infanta Cristina, y entonces la izquierda no dijo ni pío. Asistió encantada a aquel episodio porque entendió que perjudicaba a la Monarquía, su objetivo cada vez menos en la sombra.

El presidente acompañante no interrumpió su viaje para así haber llegado antes a una España conmovida por la terrible situación sobre todo en Valencia. En las hemerotecas y videotecas figura Sánchez criticando y dando lecciones a Rajoy por una situación infinitamente menos grave en 2015 en Aragón. Ahora se acomodó en sus Falcon y Super Puma y llegó, prometió y desapareció. No pudo impedir en su llegada y salida recibir abucheos e insultos de los ciudadanos. Un viejo amigo canario me dice: «Parecidas promesas escuchamos en La Palma y no ha cumplido. Sánchez promete, bla, bla, bla, desaparece y todo es olvido».

El Gobierno aprobó derribar embalses. España está a la cabeza de Europa en la demolición de presas, embalses y azudes: 256 en dos años. La inefable Teresa Ribera anunció que destinaría 2.500 millones a ese menester. La iniciativa es de la UE dentro de su un tanto oscura (en sus fines reales) Agenda 2030. La medida trata de «preservar la fauna, la flora y la biodiversidad y asegurar la libre circulación de salmones, esturiones y otras especies». Y las personas, ¿qué? Yo quiero ser salmón. Cambian la ley de seguridad ciudadana que nos protege y quitan medios de defensa a los policías, pero los salmones y los esturiones tan seguros ellos. Lo cierto es que derribar presas es disparatado y solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.

Las grandes obras hidráulicas cumplen su papel esencial cuando menos se espera. La naturaleza no avisa. Si en 1957, tras la mortífera riada de Valencia (300 muertos), Franco no decide construir el nuevo cauce del Turia, que inauguró en 1969, y el embalse de Forata, Valencia estaría hoy sepultada por las aguas. Estoy esperando que algún forofo sociata atribuya esa monumental obra a Felipe González, como hizo la ignara Marisu Montero, la ministra de los gestos faciales, con la sanidad, la educación, o las pensiones. No solo manipulan la Historia, lo peor es que se la creen.

Sánchez vulneró, a distancia, el acuerdo parlamentario de suprimir el pleno de control del Congreso en homenaje a las víctimas de la catástrofe, al decidir un improvisado pleno extraordinario solo para votar la ocupación absoluta de la televisión que pagamos todos. Más okupación y menos humanitarismo. Así es el personaje y así son los suyos. Coherentes según con quién y para qué.

Un caso típico es Yolanda Díaz, proclamada feminista pero no con centenares de mujeres violadas en el atentado en Israel el 7-O, ni con las víctimas de su por ella ascendido Errejón. Pura hipocresía y con antecedentes. Yoli encubrió a Ramiro Santalices, denunciado ante ella, que miró para otro lado, y condenado luego por posesión de pornografía infantil, y sacó de la cárcel con una oferta de trabajo al condenado por violencia de género José Ignacio Palomero, el primero asesor suyo en su etapa gallega y el segundo ayudante suyo, o algo así, en su ministerio. Ella dio una versión cuya falsedad es fácilmente demostrable con fechas y datos. Acaso trate un día del asunto en profundidad. Hay que desmontar la hipocresía de esta izquierda caviar.