Ignacio Camacho-ABC
- El auto del Supremo apunta más arriba de la figura de Ábalos. La lógica procesal sugiere que el ‘1’ acabará testificando
Organización criminal. La figura delictiva que tantas veces cercó al PP en el pasado (Gürtel, Púnica, Bárcenas, etc) amenaza ahora a los socialistas en torno al ‘caso Ábalos’. Y el auto del Supremo, siguiendo los pasos del instructor de la Audiencia Nacional, apunta más alto. «Otras actuaciones de intermediación y gestión de intereses», «otras actividades», «entidades o personas que han podido intervenir», escribe el juez Martínez Arrieta, probable nuevo presidente de la Sala de lo Penal, con una prosa jurídica abierta a la posibilidad de investigar más allá de la compra de mascarillas durante la pandemia. Contexto: el informe de la UCO sobre el papel de Víctor de Aldama, el «nexo corruptor», en el rescate de Air Europa y la visita de Delcy Rodríguez con sus misteriosas maletas al territorio vetado de la Unión Europea. Los cruces de llamadas y las alusiones al ‘Uno’ en vísperas de una reunión decisiva para la concesión de ayudas cienmillonarias a la línea aérea.
La lógica procesal sugiere que en algún momento de la instrucción, el ‘Uno’ sea identificado y consecuentemente llamado a prestar declaración como testigo. Todos los anteriores presidentes del Gobierno, menos Zapatero, han comparecido alguna vez ante la justicia pero sólo Rajoy tuvo que hacerlo mientras estaba en activo. Su testimonio fue la base de un sesgado constructo jurídico –el sesgo lo certificó el propio Supremo– utilizado por Pedro Sánchez como pretexto para presentar la moción de censura que lo alzó a la jefatura del Ejecutivo. La defendió en el Congreso José Luis Ábalos, que a continuación fue nombrado ministro. Guiños del destino: ese nombramiento es el principio de la secuencia de acontecimientos que pueden acabar sentándolo en un banquillo bajo la acusación de tráfico de influencias, cohecho y otros delitos presuntamente cometidos al amparo de una posición prevalente en la estructura de poder del sanchismo.
Es pronto para adelantar conclusiones; las diligencias de las macrocausas –y ésta lo va a acabar siendo– no son precisamente rápidas. El caso se ramifica en una compleja red de tramas y subtramas con una tríada de personajes –Aldama, Koldo y Ábalos– como factor común de la malla. En las pesquisas aparece también el nombre de Javier Hidalgo, el antiguo consejero delegado de Globalia, patrocinador de algunos eventos de la cátedra de Begoña Gómez, quien a su vez está imputada en la jurisdicción ordinaria. Ambos mantuvieron el día del rescate de la aerolínea un encuentro privado del que existe constancia. Por otro lado está el lacónico visto bueno –«bien»– del presidente a la escala en Barajas de la dirigente venezolana. Son muchos hilos sueltos de una maraña interconectada, un relato espeso cuyo desbroce augura una indagación sumarial enredosa y larga. Pero numerosas ocasiones ha habido en que una persona citada a testificar sale del trámite imputada.