Ignacio Camacho-ABC
- ¿Culpas? De la alerta a destiempo. ¿Explicaciones? Al maestro armero. Y el Gobierno, a repartir ayudas. El relato perfecto
Tú cargas con las culpas y yo llego después con el dinero. Así de sencillo es el relato de la catástrofe que ha escrito el Gobierno. Y se está cumpliendo porque Mazón se dejó cazar al vuelo como un pichón en un ojeo. Las previsiones meteorológicas minusvaloraron el impacto de la tormenta y el presidente autonómico se largó a comer tan fresco sin que su incompetente equipo le advirtiera hasta que fue demasiado tarde para evitar las dramáticas consecuencias. La situación se desbordó muy rápido y se le fue a la Generalitat de las manos. Moncloa vio o intuyó las proporciones del desastre, evaluó los costes políticos y decidió administrar su intervención con un cálculo táctico cediendo la iniciativa a unas autoridades regionales manifiestamente incapaces de salir del colapso. La ya famosa frase de Sánchez –«que lo pidan»– dejó claro que no pensaba mancharse de barro hasta que pudiese aparecer, ‘deus ex machina’, como providencial solucionador del caos.
Lo anotó la ministra Ana Redondo en un papel que acabó saliendo en una foto. «Es nuestro momento». A esas alturas ya había más de doscientos muertos. El momento era el de derramar millones de euros sobre una comarca cubierta de escombros y cieno donde miles de personas clamaban en estado de absoluto desvalimiento. «Liderazgo fallido» decía también el argumentario plasmado en ese folio indiscreto. Dos sintagmas que explican la secuencia de interpretación sanchista de los hechos: primero poner los errores del adversario al descubierto y luego presentarse ante los damnificados con el cheque benéfico. El presidente, humillado días antes en Paiporta por la ira del pueblo, no se ahorró siquiera el reclamo ventajista de vincular las ayudas con la aprobación de los Presupuestos. Ayer, al presentar el nuevo paquete indemnizatorio, se mostró componedor, prudente, circunspecto, casi perdonándole la vida a la presa que ya tiene en el cepo.
Ahora su prioridad es la de colocar a la ministra Ribera, la responsable de la cuestionada y cuestionable Aemet y de la regulación de las cuencas, en una comisaría europea. Tiene la narrativa de exculpación ganada, o más bien regalada por Mazón con su negligencia, y puede permitirse aplazar el ajuste de cuentas. La catástrofe ha opacado sus problemas con la justicia –Ábalos, Begoña, García Ortiz– y la torpeza del PP valenciano le ata las manos a la oposición y le sirve a él en bandeja el asalto a una comunidad estratégica cuya legislatura no tendrá ya más guión que la tragedia. ¿Responsabilidades? Al maestro armero que se disparó a sí mismo por la culata. ¿Reclamaciones? A los que no dieron a tiempo la alarma. ¿Dimisiones? No hacen falta. ¿Explicaciones? Que se las pidan también y se sienten a esperarlas. Ya dijo una diputada que sus señorías no están para achicar agua. La historia de esta riada se escribe con frases para la historia de la infamia.