Diego Carcedo-El Correo

  • Habrá que ver como aborda la delicada situación que se vive, primero en el país y enseguida en el mundo

Bueno, mientras en Valencia vecinos, militares y voluntarios limpian las calles, Pedro Sánchez intenta en Azerbaiyán afrontar el cambio del clima y sus colaboradores revisan el cronómetro para ver quien es el culpable de la Dana que causó el desastre, en los Estados Unidos, Donald Trump se reafirmó de forma arrolladora como el hombre más poderoso del mundo y el primero que habitará en la Casa Blanca bajo el estigma de delincuente, la calificación le atribuyó la Justicia de Nueva York después de un prolongado juicio.

Habrá que ver como Trump aborda la delicada situación que se vive, primero en el país y enseguida en el mundo. Los pronósticos son pesimistas, pero es lo que hay. El empezó prometiendo que arreglará el caos interno y luego pondrá fin a las guerras. Fuera es lo que más inquieta y lo que más cabe esperar. Nunca hay que olvidar que en Norteamérica la política interna corresponde a los Estados, la monetaria a la Reserva Federal y fundamentalmente al presidente le queda, lo que no es poco, la defensa y las relaciones internacionales.

Para empezar, hereda dos guerras para las que no se ven límites y los pronósticos anticipan que intentará resolverlas reforzando a Israel, protegiéndolo de la amenaza de Irán y sus milicias – Hamás, Hezbolá y Ansar Allah (hutíes) — y dejando para mejor momento el problema del reconocimiento del Estado Palestina, que no propugnará. La de Ucrania y Rusia quizás la resuelva, primero frenando la ayuda de la OTAN a Ucrania y buscando algún acuerdo con Putin, a quien considera amigo, que acabe recortando las rayas fronterizas ucranianas y aumentando las del territorio ruso.

Sobre Europa tampoco cabe esperar mejoras: a Trump no le gustan las organizaciones internacionales, ni la ONU, ni la OTAN ni por supuesto, la Unión Europea: prefiere tratar con un país en solitario que con veintisiete unidos. Entre los temores de índole económica y financiera, a los que sin duda prestará atención, están cuestiones arancelarias, que podrían afectarnos a todos, además que es seguro que presione para que se incremente la subvención de sus miembros a la OTAN, una obsesión que ya defendió durante su primer mandato.

En fin, habrá que esperar, cruzar los dedos, y confiar que la experiencia del presidente, haya frenado algunas de sus pretensiones. Uno de los principales asuntos que le esperan serán las relaciones con China, empeñada cada vez con más éxito, de rivalizar con el poder de los Estados Unidos. De partida las divergencias serán de tipo económico y comercial, algo que tiene difícil entendimiento, y como fondo, pensando en la paz mundial, que será su principal preocupación, mantener el estatus de Taiwan, a cuya soberanía Pekin no renunciará ni Washington cederá en la defensa de su independencia. En la geoestrategia que puede afectar a España estará el refuerzo del apoyo a Marruecos.