José Alejandro Vara – Vozpópuli

La esposa imputada del presidente reaparece en el frontis de la actualidad con un desplante al tribunal y una fuga inesperada

La última vez que Sánchez se preocupó del bienestar de sus súbditos todavía está por ver. En la mañana del miércoles 30 de octubre, ya con decenas de muertos en la riada, su única preocupación fue aprobar en el Congreso el asalto de la Moncloa a RTVE. En la mañana del viernes 1 de noviembre, con media Valencia arrasada por la gota fría, la única medida urgente que se publicó en el BOE fue la consagración de esta reforma por la que el Ente, que dicen público, pasó a formar parte del aparato de propaganda del régimen. ¿Y la Dana? ¿Alguien pensaba en la Dana? Ah, bueno, si necesitan algo que lo pidan, fue la respuesta que se encaramó en el vértice de la historia de la infamia..

Sabido es que Carlos Mazón pasó el almuerzo y larga sobremesa del día del dolor con una periodista a la que le ofreció su tele. A todos les da por lo mismo, manosear los medios. Esa misma noche del desgarro, Sánchez cenaba plácidamente con su esposa, ya de retorno a casa desde la India, y respondía con un displicente guasap a la petición de auxilio del presidente regional: ‘A disposición’, respondió. Se cruzó de brazos y hasta hoy.

El presidente del Gobierno bloqueó durante días el obligado despliegue de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional, Guardia Civil, material pesado, pontoneros, helicópteros, servicios médicos, sicólogos, y todo el operativo que reclamaba semejante catástrofe hasta que quedó muy claro que el marrón era de Mazón y que el Gobierno central, ajeno al llanto, los gritos de angustia y los muertos, no movería más dedos que un escueto pelotón de la UME con un activista al frente para hacer como que hacía.

El gran tótem del progreso no abrió las compuertas de las ayudas hasta que tuvo que escapar por piernas de la ira de Paiporta, cuando decenas de vecinos irritados cedieron a la tentación de arrojarle algún improperio desagradable y unas bolitas de barro

Resulta un ejercicio absurdo insistir en el debate sobre reparto de culpas sobre la catástrofe. Es evidente que la Confederación Hidrográfica del Júcar, dirigida por un anónimo petimetre con carné sociata llamado Miguel Polo, ni lo previó ni la olió, por lo que ya pueden desmantelarla y nos ahorramos unos euros. Es un clamor que la ministra responsable del organismo, Teresa Ribera, de exámenes en Bruselas para lo suyo de comisaria, apenas hizo acto de presencia en los largos días del calvario y, siguiendo las órdenes del ‘número 1’, se quitó de en medio para no entorpecer el dedazo de doña Úrsula. Por el lado autonómico, es notorio que la consejera de Emergencias, una Salomé Pradas, será defenestrada junto a alguna otra compañera excelsa en la purga que ultima Mazón para comer el turrón en su sillón. Y quizás hasta las torrijas y más allá.

El gran tótem del progreso no abrió las compuertas de las ayudas hasta que escapó por piernas de la ira de Paiporta, cuando decenas de vecinos irritados cedieron a la tentación de arrojarle algún improperio desagradable y unas bolitas de barro. Actitud que el fiel Marlaska, embajador del Averno, intentó convertir en unamagna conjura ultraderechista con escaso éxito. Fue entonces cuando Sánchez improvisó sus comparecencias estilo pandemia, para anunciar la entrega de botellas de agua a los dolientes y la concesión de ayudas económicas a los damnificados que tendrán que sufragarse ellos mismos, como es el estilo tramposo de la casa.

El frente judicial es lo único que verdaderamente le preocupa al gran narciso. Ni la Dana, ni los valencianos, ni los fallecidos, ni el drama…sólo le agobian las causas contra su esposa y su hermano, que avanzan firmemente en Madrid y Badajoz

Este es el escenario que más le complace al caudillo infernal, una especie de Prestige 2.0 en el que una comunidad de derechas sacudida por un descomunal desastre se convierte en una causa de movilización masiva y persistente de todos los colores de la izquierda. Antaño, Bardem, ahora Lluís Llach. Recuperar la Comunidad Valenciana, tradicional feudo del PP, es ahora el objetivo. En Génova, dada su tradicional perspicacia, quizás ni lo sospechan.

Feijóo no tiene en alta estima a Mazón. El agobiado president, de la cuerda de Casado y Teo, le jorobó las generales del 23-J con su precipitado acuerdo con Vox y ahora está a punto de hundirle definitivamente en la miseria tras su clamorosa desidia con las malditas alarmas. En el PP se afanan ahora en lo que mejor saben hacer: dejar hacer. “Que se explique el jueves y luego ya veremos”. Están enfrascados en la batalla de Bruselas contra Ribera -un empeño que sólo les aportará más frustración porque la sulfúrica candidata de Sánchez logrará su sillón- y deberán luego recomponer su triste figura de perdedores.

Hay un monstruo que parecía dormido y ahora resucita. El frente judicial es lo único que verdaderamente le preocupa al gran narciso. Ni la Dana, ni los valencianos, ni los fallecidos, ni el drama…sólo le agobian dos asuntos. La causa que el juez Juan Carlos Peinado mantiene abierta contra su esposa, imputada por cuatro delitos, y la que la juez Beatriz Biedma impulsa contra el hermanísimo David Sáncez (alias Azagra), afamado director orquestal con residencia al otro lado de la frontera portuguesa..

Begoña Gómez vuelve a acaparar titulares. Tiene anunciada su presencia muda este miércoles en la comisión de la Asamblea de Madrid, dentro de la apasianante serie sobre las trampillas de la señora en la Computense, y acaba de dar plantón al instructor que la tenía citada para este lunes en la Plaza de Castilla a fin de que recogiera la citación para tomarle de nuevo declaración. Otra torpe añagaza de su abogado que paece ansioso por conseguir una sonora condena para su representada. La excusa es un viaje a Brasil para la cumbre del G20 adonde irá como acompañante tras una invitación de la esposa de Lula, en la que hasta se le incluye en el grupo y la agenda de las primeras damas, cuando no lo es. Excelente excusa para desaparecer, casi tanto como la de su marido en Azerbaiyán, una reunión prescindible sobre el cambio climático a la que tan sólo asistieron los mindundis habituales. Es decir, que ni Biden, ni Xi Jinping, ni Putin, ni Macron, ni Scholz, ni Meloni se dignaron personarse en esa bobada ecolo.

«Sólo el pueblo salva al pueblo»

Con Begoña se reactiva el feroz viento de la corrupción que sacude a la Moncloa. No está sola. Ábalos figura ya en la antesala del Supremo. La UCO escruta los dispositivos ‘calientes’ intervenidos al fiscal general del Estado en laborioso procedimiento que tiene espantada a la Moncloa. Koldo empieza a mostrar síntomas de decaimiento anímico, a dos pasos de incurrir en debilidades de soplón, según se malician. La frágil resistencia del conseguidor Aldama en la celda de Soto del Real también se cuartea, desppués de un mes entrerejas. El momento Mazón toca a su fin. El guion vuelve donde solía, la podredumbre del sanchismo.

«El Estado somos todos», recita Sánchez en sus tediosos soliloquios para darle la vuelta al éxito creeciente del lema «sólo el pueblo salva al pueblo» que se corea por la Albufera arrasada. Cuando dice Estado todo el mundo sabe que piensa en él y en la dona imputada, para quien pedirá -y si no, al tiempo- el unánime aplauso de los balcones a las ocho, cada tarde.