Rebeca Argudo-ABC

  • Por mucho menos, la consejera Nuria Montes se vio obligada a pedir disculpas públicas y fue cesada

Margarita Robles, ministra de Defensa, ha aparecido por Paiporta, veinticinco días después de la tragedia, y ha tenido la deferencia de acercarse a sus vecinos. Para abroncarlos. En un tono difícilmente defendible, Robles se dirigía a las víctimas de una de los grandes desastres naturales de nuestra historia para exculparse. «Yo no tengo la culpa», les gritaba. El tono, insisto, era todo menos conciliador y empático, muy lejos de ser reconfortante o cálido. Vamos, era todo lo que no debía ser. En el interior de un garaje anegado, donde trabajaban personas que en el mejor de los casos serían voluntarios y, en el peor, aquellos que lo han perdido todo, a Margarita Robles, toda sensibilidad, no se le ha ocurrido otra cosa que, en lugar de calmar y acompañar, reprender cruelmente. «No tengo la culpa», insiste. Y cuando, con toda educación, le pide una explicación un chaval, salta el coro de chiripifláuticos (encabezado por una rubia con mocador ‘faller’ al cuello, que ‘hi ha que fer poble’, y el general Javier Marcos, a la gota fría lo que Fernando Simón al Covid), siempre más papistas que el Papa, a dejarle claro a esa chusma que la señora Ministra está hablando y que un respeto. Por mucho menos, pero también desconsiderado, impertinente e impropio de un cargo público, la consejera Nuria Montes se vio obligada a pedir disculpas públicas y, más tarde, fue cesada. En aquella ocasión, quizá las ‘majorettes’ mediáticas de este Gobierno de coalición no lo recordarán porque ocurrió hace demasiado tiempo (23 días), las críticas por su frialdad y las peticiones de dimisión o destitución fueron unánimes. Ardían las redes y con razón. En este caso, por lo que sea, hay un silencio abrumador al respecto en una parte en concreto de los participantes en la conversación pública. Supongo que no se tratará de aquello tan feo de la doble vara de medir, eso que de manera tan cursi llaman algunos ‘el tablero inclinado’ y que toda la vida ha sido ver la paja en el ojo ajeno y apenas atisbar la viga en el propio. Como soy de aplicar la mayor caridad interpretativa de la que me veo capaz, aventuro que es porque están muy ocupados con el berrinchito del niño Broncano que, ay, acaba de descubrir lo que es la competencia en el trabajo. O bien es que lo están criticando en Bluesky, que es la nueva red social, libre de discursos que no coincidan con el suyo, al que se han mudado todos los demócratas convencidos de que a esta democracia le sobra libertad de expresión y pluralidad política y le faltan censura y deportaciones.

No la cesarán, ya les adelanto. El Ministerio de Defensa incluso ha publicado fotito de la ministra, mientras amonesta a grito pelado a víctimas abandonadas por las instituciones que les representan, loando su labor divulgativa. Que «ha explicado a los ciudadanos las prioridades que ayuntamientos y comunidad autónoma trasladan a UME y ejércitos para ejecutar los trabajos», dicen. Agradecidos pues. Da gusto saber que, casi un mes después de necesitarlo, allí está Defensa para defender… a la Ministra.