- Hoy el PSOE inicia un congreso en Sevilla, y ya sabemos que a quien se atreva a discrepar se le aconsejará dimitir, como se ha demostrado esta misma semana con Juan Lobato
Los antecedentes históricos del PSOE no lo avalan como un partido muy democrático. Pablo Iglesias, ferrolano de nacimiento, amenazó en las Cortes al líder de la derecha, Antonio Maura, con un atentado, y lo tuvo. Prieto se implicó en la intentona golpista de 1934, llamada la Revolución de Asturias, y más tarde, tras la Guerra Civil, huyó llevándose un tesoro público de inmenso valor. Largo Caballero proponía la dictadura del proletariado al más puro estilo del estalinismo. Vamos, que el PSOE fue una fuente de calamidades para los españoles en muchas y variadas ocasiones. Por eso está tan mal planteada la Ley de Memoria Democrática de urgente derogación.
Digan lo que digan sus detractores, la única etapa de normalidad democrática del PSOE fue la de Felipe González. Con toda seguridad, por la influencia de las corrientes socialdemócratas imperantes en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Alemanes y franceses de aquel tiempo ayudaron y orientaron al felipismo para ser un partido homologado internacionalmente y alejado de las violencias del pasado. Es más, Felipe fomenta las corrientes críticas en el seno del partido y los congresos en su tiempo eran ciertamente movidos. Tanto era así que el entonces joven secretario general planteó en mayo de 1979 abandonar el marxismo y tuvo que celebrarse un congreso extraordinario aquel mismo año, tras la renuncia temporal de Felipe, para llevar al PSOE por los senderos de la modernidad. Eran otros tiempos. Hoy el PSOE inicia un congreso en Sevilla, y ya sabemos que a quien se atreva a discrepar se le aconsejará dimitir, como se ha demostrado esta misma semana con Juan Lobato. No hay lugar para la discrepancia, ni para la pluralidad ni para el respeto a quien no piensa como tú. Sánchez ha arrasado con todo. Bien es cierto que tuvo un pésimo profesor para ello: Zapatero.
Veamos lo que queda de lo que propuso en el último congreso, celebrado en Valencia en octubre de 2021. Nada. Se les llenó la boca con que volverían a la senda de la socialdemocracia y se han radicalizado junto a los comunistas, con unas políticas orientadas a menoscabar a la clase media, y han generado más pobreza y más gente dependiente. También anunció a bombo y platillo que erradicarían la prostitución. No han tomado ni una sola medida, más allá de las periódicas redadas de la Policía contra la trata de blancas, tal y como se viene haciendo desde hace años y muy especialmente en el franquismo.
Es el estilo de Sánchez: prometer y no cumplir. En realidad, el actual ocupante de la Moncloa es un gran impostor. Vive de la impostura: se declara socialdemócrata, anuncia acciones que no lleva a cabo, promete planes que no realiza… Vive del relato, pero la expresión «relato» en sí misma posee un campo semántico más vinculado a la ficción y a la justificación que a la descripción neutral de los hechos.
Hoy comienza un nuevo congreso del PSOE en Sevilla. Su contenido estará más cerca de Largo Caballero que de Alfonso Guerra.