Rebeca Argudo-ABC

  • Ocurrió tal cual, lo juro. Y lo he transcrito literal, sin añadir de mi cosecha, porque no lo necesita

Saben aquel que diu que va una militante socialista al congreso del PSOE en Sevilla y, en un momento dado, pide el micrófono para intervenir desde el público. Se lo acercan, lo coge, se pone en pie, se aclara la garganta y dice: «La delegación de Izquierda Socialista queríamos decir que el artículo 21.1B dice que hay que debatir y juzgar la gestión de la Comisión Ejecutiva. Entonces, queríamos aprovechar en este punto para decir que nos gustaría, al margen del voto a favor o en contra, expresar lo que creemos que en este tiempo no ha estado dentro del organigrama de nuestro partido desarrollado como creemos que debería haberse desarrollado, con más participación. Dicho eso, si se puede, intervenimos. Y, si no, queremos que quede constancia de esto en el Congreso». Y contesta Juan Espadas: «Gracias, compañera. Queda constancia de tu intervención».

No, no es un chiste. No es un recuerdo de infancia, cuando los viajes familiares se medían en toros de Osborne y cintas de Eugenio. Ocurrió tal cual, lo juro. Y lo he transcrito literal, sin añadir de mi cosecha, porque no lo necesita. Tan solo la entradilla (de cubata y cigarro en mano, taburete y gafas de sol) y porque lo pedía a gritos. Bien podría ser un ‘sketch’ de Gila o un episodio del programa de Ortega. Y si cualquiera de los tres lo hubiese contado encima de un escenario, habríamos estallado en carcajadas en el patio de butacas o desde nuestras casas. Lo hubiésemos contado al día siguiente en el trabajo y a los amigos en el bar. «Y entonces dice: gracias, compañera. Queda constancia de tu intervención». Risas y codazos. Que quiso decir algo pero no la dejaron, porque no les gustaba lo que, intuían, les iba a decir. ¿Lo pillas? Venga, siguiente, que corra el aire. Que no nos arruine la fiesta una señora con ganas de opinar. ¿Pero qué se ha creído que es esto? ¿Un debate?

La coña se cuenta sola. Luego ya, cuando uno se da cuenta de lo que acaba de ocurrir, es cuando se congela la sonrisa en la boca, se vuelve esta nerviosa y toca mirar a un lado y a otro, de reojo, para asegurarnos de que todos hemos visto lo mismo. Que no es caricatura, que es crónica. Que la realidad ha superado a la tramoya y que toda sátira se ve invalidada por incapacidad manifiesta. ¿Cómo parodiar lo imparodiable, lo que ya es puro simulacro?

Ese momento, fuera coñas, dibuja perfectamente lo que es el sanchismo. Condensa, en apenas cincuenta y cinco segundos, lo que es nuclear en él, la esencia misma destilada y filtrada y reducida a lo puramente sustancial. Son ornamentos ni alharacas. Es la sinopsis virtuosa e involuntaria para cagaprisas y despistados, no ya solo del 41 Congreso del Partido Socialista Obrero Español, sino de lo que es hoy esa formación. De cómo opera, de cómo respira y de cómo funciona. De lo que le importa y de lo que se la trae al pairo. Sin disimulo. Queda constancia. Gracias.