Iñaki Ezkerra-El Correo
- Al desvelar lo que tiene en el banco, Begoña Gómez puede enojar más aún al juez
Es la pregunta obligada: ¿qué significan esos 40 euros que constituyen todo el capital que Begoña Gómez ha acumulado a lo largo de su existencia en sus once cuenta bancarias? Si fuera una simple artimaña para eludir la investigación judicial, rayaría en la idiocia porque nadie tiene ese dineral en el banco y lo único que podría conseguir con desvelar esa privilegiada información es enojar más aún al juez Peinado de lo que ya lo ha hecho, así como estimularle para que lleve la investigación aún más a fondo. En efecto, nadie dispone de tamaña fortuna en un banco y menos la mujer de un presidente de Gobierno que tiene a sus espaldas esa intensa trayectoria empresarial, que tanto invocan las voces del sanchismo. Tan intensa como sus viejos lazos con el mundo académico o el arte de recaudar subvenciones y fondos públicos. ¿Qué fondos podría enseñar a recaudar la pobre a sus alumnos desde esa cátedra suya de la Complutense que no fueran los de los de la caja de billetes del monopoly? ¿Cuál pudo ser su aportación durante los cuatro años en los que llevó la dirección ejecutiva del Africa Center? ¿No tendrían que estar los africanos más por ayudarla a ella que ella a los africanos? ¿No estaríamos, como lo demostraban esos infumables vídeos en los que impartía docencia sobre una economía sostenible, ante el académico caso del maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela? Las mujeres siempre se han quejado y con razón de que se les pagan menos los trabajos que a los hombres, pero con Bego es que se han pasado de la raya.
Si esos 40 euros los puso ahí para que nos olvidáramos de ella, ha logrado el efecto contrario. Ha abierto la caja de los truenos y de las preguntas básicas. ¿Es ‘Bego fundraiser’ un alma caritativa que hacía el bien sin mirar a quién ni cobrar nada a cambio o era su situación de monclovita indigencia como para hacer cola en los comedores de Cáritas?
Por otro lado, alguien que distribuye semejante capitalazo en once cuentas bancarias padece una megalomanía digna de una urgente atención psiquiátrica. De Bego habríamos pasado al superego. Y es que una cosa es poner los huevos en distinta cesta y otra jugar a las cuentitas de la señorita Pepis. ¿Es esa la transformación competitiva a la que ha dedicado sus desvelos?
Sí. El sanchismo se está superando a sí mismo. Y la calderilla de esos 40 euros arrojados a la cara de Peinado solo puede interpretarse en la clave de esa desesperada superación. Es un obvio desafío a la autoridad de un juez; una gracia sin gracia, el ordaguito pueril de quien pierde pie y el mismo sentido de la realidad. Es un paso en falso, un alarde de impunidad que conlleva el temerario mensaje de ‘no vas a encontrar nada’ a quien tiene todos los instrumentos legales para encontrar.