Imma Lucas-Vozpópuli

El drama oculto de la Dana, la burocracia, las esperas, el desprecio, las incógnitas. Todo lo que se padeció con la pandemia sale de nuevo a la luz

Paiporta, punto cero del drama ocasionado por la Dana del 29 de octubre, abre su administración de loterías, como un halo de luz, de esperanza, para que el sorteo de Navidad tenga un gesto hacia la población machacada. A esa, podríamos decir que dulce espera, con la ilusión del décimo en el bolsillo, se le suman el funeral por las 222 víctimas mortales de la catástrofe en presencia de los Reyes, de las máximas autoridades (hay dudas sobre la presencia del presidente del Gobierno), pero con ausencias destacadas de familiares de las víctimas que no han sido localizados, o que señalan que nadie les han llamado. Triste. El hecho de que las autoridades sean incapaces de localizar a todos y cada uno de los familiares de las víctimas es lamentable. Aun conociendo las difíciles circunstancias que todavía se viven en la zona, resulta incomprensible que, con los medios actuales, ocurran estas cosas. Algunos vecinos han aparecido estos días en los medios quejándose de este olvido lo que dice mucho de la capacidad de quienes tienen los datos del desastre.

La maldita burocracia

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que hay personas aisladas más de un mes después, sin luz, que no han podido pisar aún la calle. Lo que sea. Pero si no pueden ocupar la primera fila de la espectacular catedral de Valencia, este funeral pierde parte de su sentido. Sería mejor que las autoridades centren sus esfuerzos en lo urgente y quizás dejar esta ceremonia para más adelante. Son muchos los damnificados que hacen cola en las ventanillas para pedir ayudas. Los cientos que lo han perdido todo, casas, negocios, los que no tienen nada. Habrá que ver si estas ayudas son eficaces o, simplemente, se trata de perpetuar la agonía. No se pueden llamar ayudas a lo que son meramente créditos, déjenlo claro que no lo está, no vaya a ser que esta pobre gente tenga que estar pagando deudas durante años después de haber padecido un drama sin precedentes.

Decenas de miles murieron en pandemia, otros miles quedaron tocados, sicológicamente, físicamente, económicamente. Otros muchos recibieron ayudas que no fueron suficientes para sacar adelante sus negocios y ahora les reclaman que devuelvan el dinero

La ayuda convertida en agonía para miles de autónomos españoles. La pandemia supuso un reto vital, económico -como lo es ahora la dana para los valencianos- para todos. Algunos se lucraron con la venta de mascarillas, lo estamos viendo. Decenas de miles murieron, otros miles quedaron tocados, sicológicamente, físicamente, económicamente. Otros muchos recibieron ayudas que no fueron suficientes para sacar adelante sus negocios y ahora les reclaman que devuelvan el dinero. Y se les queda la cara de tonto, al afectado, al gestor que ahora se enfrenta a auténticos dramas porque pidieron las ayudas que se ofrecían para sus clientes y que ahora el estado le reclama. Un engaño absoluto, al ciudadano y, muy particularmente, al autónomo, perseguido y maltratado.

Decir el Gobierno que ‘no va a dejar a nadie atrás’. Muchos se lo creyeron, y se han dado de bruces, tiempo después, con la realidad. No lo llamen ayuda cuando quieren decir crédito. No engañen a la gente. En pandemia pidieron que nos encerráramos en casa y ahora se la están quitando a todos los autónomos que entonces no pudieron ejercer su actividad en condiciones normales, porque no se podía viajar, porque el negocio no era esencial y lo tuvieron que cerrar. Aquel apoyo imprescindible se ha convertido ahora en una pesadilla financiera, inmerecida e inesperada. No mientan más, la ayuda no se reclama.