Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La intervención del lehendakari estuvo bien. Describió lo problemas a los que se enfrenta la economía y la sociedad vasca en general de manera certera, sin cesión alguna a la autocomplacencia. Quizá deberíamos preguntarnos todos, y él el primero, cómo es posible que llevemos tanto tiempo conviviendo con ellos, sin encontrarles solución. Hubo dos temas que me gustaron especialmente. El primero, de ámbito general, fue su recordatorio de que el sector público no puede solucionarlo todo, no puede ser el puerto seguro que dé cobijo a todos los problemas y solucione todas las necesidades. Una afirmación que disgustará a los adoradores del gasto y que deposita una buena parte de la solución de los problemas de la sociedad en la propia sociedad, que debe alcanzar su mayoría de edad para enfrentarse a ellos.
El segundo, más concreto y más de actualidad, fue su advertencia a los reguladores europeos de que los objetivos de descarbonización industrial deben ser siempre compatibles con la misma existencia y el desarrollo de esa industria. Algo que se ve como una evidencia desde las fábricas vascas, pero no así desde la lejanía y la frialdad de los despachos del Ejecutivo comunitario, empeñado en darse tiros en los pies cada poco tiempo.
El tema tiene una relevancia especial entre nosotros, dado el peso que tiene nuestra industria en el empleo y en la estructura económica del país. Y es oportuno porque la Comisión empieza a enviar signos de cambio de rumbo, para dirigir la unión hacia posturas más lógicas y menos perjudiciales. Al final de su intervención, las preguntas del director del periódico no fueron ni sencillas ni complacientes. Preguntado por las razones que explican la decadencia del País Vasco -medida en términos de PIB propio sobre el del conjunto del Estado-, habló, escéptico, de la selección de los índices de medición y practicó aquello tan socorrido de arrimar el ascua a su sardina. Así como Pedro Sánchez utiliza siempre datos globales porque el crecimiento de la población le ayuda y le sirve para presentar una imagen más complaciente de la coyuntura, Imanol Pradales lanzó toda una batería de datos ‘per cápita’ porque la mala evolución de la demografía le perjudica la presentación. Por último, da la impresión de que el mensaje del lehendakari actual tiene matices que le distancian del de su antecesor. Esperemos que los concrete y que tenga la oportunidad y la determinación de llevarlos a la práctica.