Javier Piqueras-Vozpópuli
- No hacen falta argumentos, ni informes técnicos ni científicos, ni comisiones que aclaren todas las circunstancias de lo sucedido
Con motivo de la catástrofe provocada, principalmente en Valencia, por el fenómeno denominado DANA, se han desatado numerosos debates sobre el origen de una tragedia que ha causado más de doscientas víctimas mortales, y especialmente sobre el grado de responsabilidad de los organismos encargados de alertar a tiempo a las poblaciones afectadas por las trombas de agua. El grado de responsabilidad de la administración central del Estado y de la administración autonómica de la Comunidad Valenciana es objeto de discusión y posiblemente de actuaciones judiciales en el futuro. Sin embargo, una cuestión tan importante como las alertas o la respuesta, más o menos rápida, a las ayudas, es la política de prevención frente a estos riesgos naturales que viene determinada en España por la política oficial de lucha frente al cambio climático y del mantenimiento de la naturaleza en su estado actual, frente a cualquier modificación de origen humano.
Un ejemplo muy llamativo de esta política es el proyecto de partidos de izquierda de la ciudad de Valencia, que en las elecciones municipales de 2023 pretendía “renaturalizar” el nuevo cauce del río Turia, que se desvió hace algo más de cincuenta años para proteger a la ciudad de inundaciones como las provocadas por esta última DANA. De hecho gracias al nuevo cauce del Turia, inaugurado en 1969, y que se pretendía “renaturalizar” no se ha repetido en esta ciudad una catástrofe como la inundación de 1957, una de las que han afectado a la región desde hace siglos por el desbordamiento de lluvias torrenciales. Las causas de cada una de esas inundaciones pueden ser varias y diferentes y en el caso de la debida a la DANA de 2024, asociada al desbordamiento de Barranco del Poyo, se han señalado la falta de limpieza del cauce de los ríos,https://www.vozpopuli.com/espana/comunidad-valenciana/limpieza-cauce.html debida a la política contra el cambio climático, y la apertura del aliviadero de una presa. Aunque el análisis de las causas del desastres sea complejo, hechos como la falta de ayuda en gran escala e inmediata por parte del gobierno, representada por la ya histórica frase del presidente Pedro Sánchez “Si necesitan ayuda que la pidan”, han dado lugar a acusaciones y discusiones sobre las responsabilidades de los gobiernos central y autonómico planteadas también en el Congreso de los Diputados.
No hay ningún dato que soporte estas cifras de víctimas del cambio climático, ya que se desconoce si muchos de los desastres naturales con víctimas a lo largo del año 2023 están relacionados con el cambio climático
Podría pensarse que, ante una catástrofe de la magnitud de lo ocurrido en Valencia, el Gobierno daría explicaciones técnicas a la opinión pública sobre el estado del cauce de los ríos o de otros elementos de la naturaleza que hubieran influido de manera incontrolable en lo sucedido, así como de los elementos técnicos de las alertas a la población. Sin embargo, esa clase de explicaciones han quedado tapadas por el concepto de cambios climáticos, que el presidente Sánchez ha introducido en el debate de manera inmediata como una explicación definitiva, y dogmática, solo pocos días después de la gran riada del 29 de octubre. No hacen falta argumentos, ni informes técnicos ni científicos, ni comisiones que aclaren todas las circunstancias de lo sucedido y las correspondientes responsabilidades. El presidente del Gobierno, autor de la tesis doctoral más citada en España en los últimos diez años, tiene perfectamente claro cuál fue el factor crucial para que tuviera lugar la riada valenciana, como manifestó pocos días después en un viaje al extranjero. El 12 de noviembre, el presidente utilizó su asistencia a la Cumbre del Clima en Azerbaiyán para explicar en su discurso que «el cambio climático mata, sólo el año pasado (2023) mató a más de 300.000 personas y acaba de contribuir a la muerte de más de 220 de mis compatriotas en España. En el mayor desastre natural de nuestra historia».
No hay ningún dato que soporte estas cifras de víctimas del cambio climático, ya que se desconoce si muchos de los desastres naturales con víctimas a lo largo del año 2023 están relacionados con el cambio climático, ni mucho menos hay evidencia de que el cambio climático sea el factor responsable de la catástrofe de Valencia. Eso no obsta para que el nuevo slogan monclovita “Los cambios climáticos matan” pasara a formar parte del lenguaje oficial sobre el tema.
El presidente, doctor Pedro Sánchez, se ha intentado presentar en el Congreso como un adalid de la ciencia, aplicando los dogmas climáticos a cualquier argumento o dato que se le pusiera por delante
Quizá, animado por los aplausos recibidos en Bakú, capital de Azerbaiyán, el presidente Sánchez abordó con gran aplomo la sesión de control al Gobierno, sobre el tema de las inundaciones, celebrada en el Congreso de los Diputados el 27 de noviembre, con repetidas menciones a la ciencia y a “los científicos y las científicas”. No es precisamente un plenario del Congreso un lugar propicio, ni destinado, a discusiones científicas, ni tampoco el presidente del gobierno sería una persona capacitada para participar en ellas, pero contestar a las acusaciones de abrir una presa a destiempo o de no mantener adecuadamente los cauces de los ríos, simplemente lanzando el peyorativo “negacionista” al que pide explicaciones es equivalente a no contestar nada. El presidente, doctor Pedro Sánchez, se ha intentado presentar en el Congreso como un adalid de la ciencia, aplicando los dogmas climáticos a cualquier argumento o dato que se le pusiera por delante. Así, se ha permitido soltar algunas perlas verbales como “El cambio climático mata, y lo estamos viendo por desgracia” “doy mi agradecimiento explícito a los científicos y las científicas, y me gustaría que el resto de las administraciones… no se unieran a discursos irresponsables de negacionistas de la emergencia climáticas…”.
. “es importante conocer y prestar atención a lo que nos dice la ciencia…” “Hay algo más grave que la emergencia climática y es tener gobiernos con mayorías parlamentarias negacionistas (del cambio climático)”
El negacionismo no es nada nuevo. Uno de los negacionistas más conocidos de la historia fue el científico italiano Galileo que, debido a su empeño en manifestar que la Tierra giraba alrededor del sol, fue juzgado y condenado en 1633 por la Inquisición romana y tuvo que abjurar de su teoría. Como es sabido, en ese caso, los verdaderos negacionistas de la realidad eran sus inquisidores que defendían que la Tierra era el centro del universo y todos los cuerpos se movían a su alrededor.
Cuando es de sobra conocido que se producen inundaciones en la región valenciana desde hace siglos, no tiene sentido etiquetar como negacionista al que no esté de acuerdo con que el responsable de ese fenómeno sea el cambio climático de origen humano
Una aportación de Pedro Sánchez a la idea del negacionismo es su introducción en el debate político. Se acusa al contrario de negacionista y con eso queda todo resuelto. En realidad, sí hay algo más grave que lo que el presidente llama gobiernos negacionistas de la “emergencia climática”, son los gobiernos tan dogmáticos que son negacionistas de la ciencia en general, se trate del cambio climático o de otros aspecto relacionados con la naturaleza y/o de la actividad humana. El negacionismo, según la Real Academia, es una “Actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes, especialmente el holocausto”. En la naturaleza hay realidades y cambios que se pueden interpretar de distintas maneras por lo que, cuando se sabe que hay inundaciones en la región valenciana desde hace siglos, no tiene sentido etiquetar como negacionista al que no esté de acuerdo con que el responsable de ese fenómeno sea el cambio climático de origen humano. Hay temas en los que el gobierno, a cuyo presidente se le llena la boca con la palabra ciencia cuando le conviene, legisla y actúa, sin embargo, como un perfecto negacionista. Un ejemplo es el de la energía de origen nuclear.
Esta fuente energía se ha visto con recelo hace mucho tiempo y hace cincuenta años era uno de los motivos de protesta de movimientos ecológicos en muchos países de Europa. Sin embargo, con el paso del tiempo, el recelo frente a la energía nuclear ha ido disminuyendo a medida que han aumentado los controles de seguridad, tanto del funcionamiento de las centrales nucleares como del control de los residuos. Actualmente, el 25 % de la energía de Europa es de origen nuclear, en España es el 20,6 % y en Francia alcanza el 70 %. Este tipo de energía se utiliza en cuarenta países que tienen un total de más de 400 reactores en funcionamiento. Ello no es obstáculo para que el Gobierno de España, negacionista de la energía de origen nuclear, mantenga el plan de cerrar todos los reactores nucleares y suprimir ese 20,6 % de nuestras fuentes de energía. Ni la cuestionada ministra Ribera, ya en su sillón de la Bruselas, ni el presidente del Gobierno han entrado, en este caso en arengas científicas. Se cerrarán los reactores y, si hace falta, ya le compraremos a Francia la energía producida en sus centrales nucleares, aunque probablemente tengamos que pagarla más cara..
Las menciones a la ciencia y a los científicos se dejan solo para cuando convengan a su ideología.