Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
En el tema de la venta de Talgo a Sidenor ¿se complica de verdad la operación o es un simple tira y afloja alrededor del precio? Aquí no hay duda de que se trata de un vendedor que ha manifestado con claridad que quiere vender y de un comprador que ha manifestado públicamente su disposición a comprar. Así que, en una primera visión, todo parece ser una cuestión de precio, porque, como es obvio, ni el primero venderá por debajo de sus expectativas, ni el segundo pagará más de lo que cree que vale la empresa. El problema reside en que el precio de una compañía no es algo fácil de determinar con objetividad. Máxime cuando hay variables ‘modulables’ que influyen decisivamente en el proceso, como es el monto final de las sanciones que impone Renfe y cuya mayor o menor severidad afectan directamente al valor de Talgo o la prolongación del escudo antiopas que decae a finales de año -aunque el Gobierno ha señalado su deseo de prorrogarlo- y que puede atraer o ahuyentar a posibles nuevos compradores. También influyen las actuaciones previas de los dos gobiernos involucrados.
El central vetó a un anterior candidato, que había ofrecido un precio aceptado por el vendedor, que amenaza con acciones judiciales. Vetar la venta de una empresa de la Unión Europea a otra empresa del club comunitario y aducir para ello razones no explicitadas de «seguridad nacional» no es algo que suceda con frecuencia. Más bien sucede muy poco. Pero claro, el vendedor se resiste a aceptar un precio menor al que ya consideraba firme. Después, ni el Ejecutivo central ni el vasco han ocultado sus preferencias por la opción Sidenor que cumple bien con el resto de exigencias. Es una empresa industrial, es decir no lleva encima la lacra popular de la supuesta codicia de los fondos de inversión; tiene un líder conocido y reconocido con amplia experiencia, no en el ferrocarril, pero sí en el tratamiento del acero y que garantiza esa cosa tan sutil e indefinida como es el arraigo.
José Antonio Jainaga se queja de la falta de información recibida de la empresa, algo que en un sector que mueve tanto dinero, que se cobra y se paga por proyectos complejos es una queja más que razonable. La solución final es difícil de prever. Esperemos que gane la opción que más actividad y empleo fije aquí. Si nos cuesta tanto captar nuevas inversiones tenemos que tratar al menos de no perder las que ya tenemos.