Miquel Giménez-Vozpópuli
¿Sabremos algún día que pasó en Magdeburgo? El mismo día en el que sepamos quién incendió Notre Dame o la verdad del atentado de Atocha
No se acaban de entender muchas cosas del atentado terrorista perpetrado en el Mercado Navideño de Magdeburgo. Deja tras de sí cinco muertos y decenas de heridos a causa del vehículo que les atropelló con intenciones criminales. Es la finalidad del terrorismo: inspirar pánico en la población que, en este caso, no se atreve a salir a celebrar la Navidad en lugares públicos por miedo a morir a manos de cualquier criminal. Aunque no sea, por desgracia, el primero ni el último de atentados que veremos –el automóvil empleado como instrumento mortífero es fácil, barato y no precisa logística, células clandestinas o contrabando de armas siendo mucho más indetectable para los servicios de inteligencia– este caso presenta elementos, como menos, “curiosos”.
El terrorista llevaba dieciocho años viviendo en Alemania ejerciendo su profesión como psiquiatra en Bernburg, a cuarenta kilómetros de la ciudad donde llevó a cabo su atroz misión. Había hecho público que abandonaba la religión musulmana debido al trato vejatorio que le otorga el Islam a las mujeres. Taleb, que así se llama el detenido, no era sospechoso. Añadiremos que en los monitoreos periódicos que los servicios de seguridad realizan en las RRSS se pudo comprobar que el sujeto se mostraba ferozmente contrario al islamismo con comentarios muy críticos, llegando a tener en X más de cuarenta y siete mil seguidores. Creó la página web “We Are Saudis” que, según él, era para ayudar a quienes deseasen abandonar Arabia Saudita y otros países del Golfo. Lo confirmó a la BBC el propio Taleb en una entrevista en el 2022.
Es la finalidad del terrorismo: inspirar pánico en la población que, en este caso, no se atreve a salir a celebrar la Navidad en lugares públicos por miedo a morir a manos de cualquier criminal
Hasta aquí. Aparentemente, no había motivo alguno para poner bajo el foco a este individuo. Pero, si rascamos un poco, averiguaremos que Taleb ya había amenazado atentar el 2013 contra el Colegio de Médicos de Mecklemburgo-Pomerania; los servicios de inteligencia de Arabia Saudí avisaron a sus homólogos alemanes del BND hace un año acerca del peligro que suponía el Taleb, pero dicha advertencia se perdió, oportunamente, en el circular sinuoso entre departamentos: del servicio de inteligencia, el BND, se derivó la advertencia a la Oficina Federal de lo Criminal, la BKA – ¿por qué, si se trataba de un caso de localizar y seguir a un presunto terrorista? – y de dicha oficina se traspasó a la Oficina Regional de lo Criminal, LKA.
¿Nadie reparó en la amenaza de atentado del 2013?¿Por qué se omitieron las grabaciones telefónicas en las que Taleb recordaba el atentado islamista de la Maratón de Boston, amenazando con realizar otro “que tendría repercusiones internacionales”?¿Puede considerarse inofensivo a un tipo que se encaró con un juez alemán por un incidente en el que Taleb perturbó el orden en Rostock, diciéndole “Ya conseguiré una pistola”?¿A quién sirve el bulo que circulaba durante las primeras horas sobre que Taleb era simpatizante de Alternativa por Alemania?
¿Sabremos algún día que pasó en Magdeburgo? El mismo día en el que sepamos quién incendió Notre Dame o la verdad del atentado de Atocha
Todo en unos momentos en los que el Canciller alemán Olaf Scholz acaba de perder hace pocos días una cuestión de confianza en el Bundestag debido, curiosamente, a un asunto presupuestario que rompió en mil pedazos su frágil alianza de partidos. Consecuencia: elecciones el próximo 23 de febrero. Según todas las encuestas, Alternativa por Alemania podría pasar de quinta fuerza en la cámara con setenta y siete diputados a ser la segunda, sobrepasando de largo al SPD socialdemócrata, quedando sólo a escasos votos de la conservadora CDU.
Hay quien tiene miedo. Mucho miedo. Y, por desgracia, veremos más atentados, mentiras, cortinas de humo y barbaridades. No solo en Alemania, cuidado. Los unabombers están ahí y los agentes de determinados países, auxiliados por algunos políticos e incluso gobiernos, también. ¿Sabremos algún día que pasó en Magdeburgo? El mismo día en el que sepamos quién incendió Notre Dame o la verdad del atentado de Atocha.