Editorial-El Español

El rasgo más destacado del Mensaje de Navidad del Rey de este 2024 ha sido la inteligente adecuación entre el fondo de su contenido y la forma de expresarlo.

La estructura circular del discurso, abriendo y cerrando con el recordatorio de las víctimas de la DANA de Valencia, y el despliegue a lo largo de la alocución del tema vertebral del «bien común», son indiciarios de un trabajo de elaboración muy concienzudo. Lo cual prueba que la Casa Real no cuenta sólo con un gran monarca, sino también con un equipo excelente.

Felipe VI ha pronunciado el Mensaje de Navidad más adecuado en el momento más oportuno y en el lugar idóneo.

El más adecuado por su contenido. El Rey ha apelado, como acostumbra, al «consenso en torno a lo esencial» como principio rector de la vida política. Pero esta vez lo ha reivindicado también como «práctica constante», invitando a cada uno de los españoles a enarbolarlo de forma activa y militante en nuestra participación en la esfera pública.

El monarca ha alertado del riesgo de que la legítima y necesaria diversidad de opiniones derive en «la negación de la existencia de un espacio compartido», comprometiendo así nuestro «pacto de convivencia».

No es difícil leer en estas palabras una referencia velada a las redes sociales y las nuevas formas de comunicación, que están amplificando las tendencias fragmentarias y cismáticas que corroen las democracias liberales. De ahí que Felipe VI haya recordado que «no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía».

El Mensaje es también el más oportuno posible por el momento en el que se ha pronunciado. El contexto de fondo es el de una arena política encanallada y crispada, que se ha hecho presente en las palabras del Rey sobre la «en ocasiones atronadora» contienda política, que puede impedir «escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad».

La invitación de Felipe VI a meditar el bien común como una «idea nítida de lo que a todos conviene» que prevalece «por encima de las eventuales divergencias» se torna más pertinente si cabe en una coyuntura en la que el diálogo defendido por el Rey brilla por su ausencia.

En España se da la circunstancia insólita de que en todo el año el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición no han tenido ni un sólo contacto. Lo cual habla de hasta qué punto se ha debilitado en nuestro país el «espíritu de consenso» que, como ha enfatizado el jefe del Estado, inspiró nuestro marco constitucional.

El Mensaje, por último, no podía haberse filmado en un espacio más idóneo. La elección del Salón de Columnas del Palacio Real como escenario da cuenta de la solemnidad de la que ha querido el Rey revestir a su discurso.

Felipe VI, que pidió en Valencia «garantizar que el Estado en toda su plenitud esté presente», ha querido subrayar ceremonialmente que los temas de su discurso atañen a los grandes asuntos que afectan al Estado español en su conjunto: la «creciente inestabilidad internacional» y el cuestionamiento del multilateralismo, las «tensiones» generadas por una gestión inadecuada de la inmigración, o las dificultades en el acceso a la vivienda.

Que el Mensaje se haya filmado en el Palacio de Oriente por primera vez desde 2015, en la misma estancia donde Juan Carlos I abdicó de la Corona, entraña un simbolismo manifiesto.

Felipe VI ha querido dar a su discurso esta vez un significado especial por los diez años de reinado que se han cumplido este 2024. Una década que coincide también con el 20 aniversario de su boda con la reina Letizia, y en la que ambos, junto a la princesa Leonor y la infanta Sofía, han logrado restaurar la reputación maltrecha de la monarquía.

Además de escenificar un cambio de tono para visualizar el inicio de una nueva etapa, este mensaje especial marca el cumplimiento de esa década de ejemplaridad y desempeño intachable de virtud cívica que ha llevado a la Monarquía a su valoración más alta del último cuarto de siglo (un 6,8 sobre 10), según SocioMétrica. Y que, de acuerdo con otra encuesta del Real Instituto Elcano, ha convertido a Felipe VI en el líder europeo más valorado de toda la Unión Europea.

Pero el discurso navideño de este martes es también el broche a un año fulgurante en el que la Casa Real ha consolidado su proceso de renovación y transparencia, y en el que se ha logrado aproximar la Corona a los ciudadanos.

Y no sólo mediante una hábil política comunicativa, en sintonía con el signo de los tiempos. Los tres viajes de los Reyes a la zona catastrófica de Valencia, para consolar personalmente a los damnificados por las riadas, han aquilatado una imagen de implicación afectiva con el pueblo español que ha elevado a la Monarquía a nuevas cotas de prestigio.