Mayte Alcaraz-El Debate
  • Con la pompa ridícula que le caracteriza, Pedro Sánchez también ha decidido reescribir la historia de nuestro cine. Y ha acudido a su director de cabecera, a esa fábrica de odio contra España que responde al nombre de Pedro Almodóvar, para encarnar en él la lucha de la cultura contra la dictadura

Los comisionados a los que nombra la izquierda para imponer su memoria sectaria, que ellos llaman pretenciosamente democrática, suelen ser figuras que derrochan dogmatismo y que jamás canalizan buenas intenciones, sino que actúan como armas propagandísticas al servicio de los que les han designado. Ya ocurrió con Francisca Sauquillo, a la que la abuelita diabólica de las magdalenas, Manuela Carmena, colocó al frente del comisionado del Ayuntamiento de Madrid para la Memoria Histórica. Es decir, para imponer la ley de Zapatero que consistió en cambiar medio callejero de Madrid contra el criterio de los historiadores y contra la más elemental sensatez, pero eso sí, guiada siempre por las neuras del PSOE y Podemos. A ella se debe haber intentado mudar el nombre de Arco de la Victoria, situado a la entrada a Madrid por la carretera de La Coruña, por el de Arco de la Memoria. Seis años después, no hay un alma en Madrid que lo llame así. Pues como esto, todo.

Ahora Pedro Sánchez ha activado el comodín de Franco para tapar toda la escandalera que le rodea y para ello ha buscado un brazo armado de la manipulación, una señora a la que ha puesto al frente de otro comisionado –el número 12 de los que pagamos todos– para celebrar los cincuenta años de la muerte del anterior jefe del Estado. Y este delirio va a implementarse creando un megachiringuito bien regado de billetes públicos. La susodicha comisionada, que cobrará más de 100.000 euros, se llama Carmina Gustrán. Esta historiadora, de la que el ministro y mejor amigo de Aldama, Ángel Víctor Torres, ha dicho que es independiente y alejada de la escena política, realmente es una activista zurda desde primera hora, aunque haya trabajado en el área cultural de alguna administración del PP, camuflada bajo un marchamo de especialista en historia.

Gustrán nunca habría llegado a ser un alto cargo del Gobierno si antes no hubiera retuiteado y celebrado mensajes contra el PP, la Monarquía y, sobre todo, apoyado las marchas de «Rodea al Congreso». A esta «sabia» del progresismo, que encabeza el organigrama de la conmemoración sanchista denominada «España en libertad», le parecía bien que la ultraizquierda, los antisistema y los separatistas acosaran a los diputados españoles cuando gobernaba el PP y coartaran la labor parlamentaria de los representantes de la soberanía nacional. También le gustó aquella campaña de «Jaque al Rey», que reclamaba la abolición de la Monarquía Parlamentaria. Es decir, la nueva paniaguada pretende cercenar la libertad que nos dimos todos durante la transición, a la que quiere enterrar. Eso sí que es luchar por la libertad y contra la dictadura.

Con la pompa ridícula que le caracteriza, Pedro Sánchez también ha decidido reescribir la historia de nuestro cine. Y ha acudido a su director de cabecera, a esa fábrica de odio contra España que responde al nombre de Pedro Almodóvar, para encarnar en él la lucha de la cultura contra la dictadura; como si en 1975 el manchego hubiera encabezado ninguna corriente contra Franco. Ni contra el gato con botas. Por esa fecha, Almodóvar no era más que un aficionado al cinexin, que no había rodado ni una sola de sus célebres películas. Moncloa se empeña en olvidar a Garci, Martín Patino, Chávarri, Borau, Gutiérrez Aragón y tantos otros; y, sobre todo, en borrar la verdadera memoria colectiva que aboca a una verdad incuestionable y que le encoleriza: que la libertad nos llegó gracias al pacto constitucional, al liderazgo del Rey Juan Carlos y a que Franco murió en la cama y no fruto de ninguna hazaña de la izquierda. Y menos del PSOE, que estuvo más escondido que una rata y en muchos casos disfrutando de las mieles del régimen.

Así que con Sánchez y Bolaños mintiendo, una radical dirigiendo la cacicada de los cincuenta actos contra Franco y Almodóvar de gudari por la libertad cuando hace cincuenta años solo tenía 25, era ordenanza en Telefónica y grababa en super-8, ¿Qué puede salir mal? Todo.