Chapu Apaolaza-Vozpópuli
- El asunto de David Sánchez indica que la peor deconstrucción es desgajar a la persona en partes que no tengan que rendir cuentas la una ante la otra
David Azagra -artista anteriormente conocido como Sánchez y hermano del presidente del Gobierno-, declaró en un juzgado para dar explicaciones sobre su trabajo o la falta de él. En cambio, no hay dudas de que acudiera al cobro de la nómina. Un viejo compañero de una redacción en la que yo trabajaba de joven se jubiló después de treinta años de noticias y, el día en que se iba, le pedimos que pronunciara unas palabras y lo único que dijo fue: «Gracias a esta empresa que me ha pagado cada mes». Y se fue.
En el caso del hermano de Sánchez, están bajo sospecha todas las cosas. Él mismo vacila en todo y en el banquillo del juzgado de Badajoz encuentra bastante dificultad en explicar qué es lo que hacía, con quién y dónde, y así transita, errabundo, en un tono casi sanchista que me quiere sonar de algo. No sabe dónde trabaja, cuáles son sus tareas, quiénes son sus compañeros en la Oficina de Artes Escénicas de la Diputación pacense, ni a qué dedican el tiempo allí, ni él ni los demás. Está, por resumirlo sencillamente, en el mundo: lo que hace es lo que hace, su oficina está allí donde él esté y encontró el trabajo por el internet, te quiero Andrés. La memoria es traicionera sobre todo cuando uno anda mucho por ahí. El Sabio Tarifa me dijo un día que, con todo lo salía, era raro que recordara el número del portal de casa.
Azagra bracea y desde la costa, los propios le lanzan cabos para explicar lo inexplicable. Uno de mis salvavidas preferidos es este según el cual no tiene que ver que fuera hermano del secretario general del PSOE que mandaba, entonces, en la administración que lo contrató. Es decir, que puede haber una persona que cobre lo que cobra por trabajar lo que trabaja y puede haber otra persona que es hermana del actual presidente del Gobierno y no entran en conflicto. No se tocan y no rinden cuentas la una de la otra, fuera de la jurisdicción de la conciencia que guía al hombre que persigue la virtud de lo correcto, con perdón.
La peor deconstrucción que existe es la de desgajar a la persona en partes tan inconexas que no tengan que responder entre ellas. Ahí comienzan a agotarse las civilizaciones: dentro de uno. Puede una persona ser presidente del Gobierno y amnistiar a Carles Puigdemont, y puede ser un candidato que prometa meterlo en Soto del Real, pero ¿se puede pretender ser las dos cosas a la vez? Yo creo que no. Llama la atención particularmente la defensa de Begoña Gómez, que es una mujer de negocios y, al mismo tiempo, la mujer del presidente y ambas identidades pretenden ser tratadas por separado, como si fuera posible. No hay culpabilidad ninguna si se reparten las tareas lo suficiente. Luis de la Pascua contaba un chiste en el que uno le preguntaba a otro: «Yo te conozco de algo» y, cuando aquel le aclaraba «soy tu hermano», le respondía: «Sí, pero de eso no es».