Por distintas razones han venido a confluir en esta hora dos asuntos que vienen a abrazar al presidente del Gobierno como las pinzas de un alicate. En lo político va a comparecer hoy ante la Comisión del Estatuto de los Diputados de la Cámara Baja el diputado del Grupo Mixto, antes todopoderoso número dos en el partido y en el Congreso, Juan José Ábalos Meco. En lo personal estamos frente al espectáculo inenarrable que ofreció su número dos en la escala familiar, David Sánchez Pérez-Castejón, durante su comparecencia ante la juez Biedma. No se agotan en ello los apuros familiares del número 1 pero no vamos entrar en disquisiciones sobre qué grado de parentesco es más próximo, si el del hermano o el de la parienta, consanguíneo el primero, por afinidad el segundo. ¿Cuál de los dos es más vinculante? Pues depende de cómo te lleves con tu hermano y con tu parienta.

Luego, ya fuera del vínculo familiar hay más tenazas: el relato que vaya ofreciendo Víctor de Aldama, todo lo que vaya saliendo del caso Koldo, además de las desinteresadas aportaciones que vayan ofreciendo el mejorable talento del jurisperito Antonio Camacho, que va a tenérselas tiesas con el abogado defensor del hermanísimo, Emilio Cortés Bechiarelli, que apoyaba el derecho (de David Sánchez) a presentarse a unas oposiciones y no autocensurarse a la hora de acceder a un puesto de trabajo por ser hermano de otra persona». En esto hay que darle la razón, como no se puede impedir el derecho de Begoña Sánchez a hacer negocios por el hecho de estar casada. Efectivamente, ni el parentesco consanguíneo ni el estado civil son obstáculos legales para nada. Hombre, depende; de quién sea hermano y con quién está casada.

Al abogado Cortés le ha faltado labor de pedagogía para ilustrar a su defendido de qué es lo que uno se puede esperar de la comparecencia ante un juez, que es lo que le pueden preguntar y muy especialmente qué es lo que no debe responder, que las preguntas las carga el diablo, pero las respuestas más aún.

He visto con mucha atención los videos que sobre la comparecencia del hermano ha colgado El Mundo y me ha llamado mucho la atención la ausencia de una mínima tutela por parte de su defensor sobre qué conviene decir y qué no a las preguntas de un juez. Tengo para mí que la magistrada Beatriz Biedma debió de percibir que el declarante estaba algo despavorido y se dedicó a tranquilizarlo en la medida de sus posibilidades: “si no lo recuerda, diga que no lo recuerda, no pasa nada”, aunque estuvo implacable y no le dejó pasar una por alto. Preguntado si recordaba haber mantenido una entrevista personal él dijo que recordaba haber tenido que venir aquí porque “me alojé en un hotel, Ilunion, creo que se llama y hubo una entrevista personal, sí”. No recordaba qué le preguntaron ni cuánto duró la entrevista, ni si había solicitado teletrabajo. Preguntado por qué cosa es la Oficina de Artes Escénicas, respondió: “pues no sé, la oficina que se encarga de las artes escénicas”. “Si usted es el jefe de la Oficina de Artes Escénicas, qué es esa oficina, dónde está ubicada, quien la compone, a qué se dedica”. Tampoco sabía dónde se encontraba la oficina que dirige.  No hay que sacar conclusiones precipitadas; es algo que puede pasar cuando la obligación de asistir presencialmente al puesto de trabajo no se establece con mucho rigor. ¿Cómo te vas a acordar de un sitio que pisas como mucho una vez al mes?