Juan Carlos Girauta-El Debate
  • Si fuera nacionalista, reivindicaría la obligatoriedad de la enseñanza exclusivamente en español, como hicisteis vosotros con el catalán. Nens, al patriota le mueve el amor; al nacionalista, el odio

Se considera el fatalismo cosa muy española, pero es por falta de perspectiva. Ahora mismo te ahoga el pesimismo, pero si echas la vista atrás comprobarás la proximidad de tanta jeremiada. Pongamos que arrancan (¡precisamente!) del regeneracionismo. Toma su tiempo borrarle la autoestima a una nación que ha sido imperio. Imperio de verdad, no colonial. Pero si la intelectualidad toda se entrega a tan extraño objetivo durante casi dos siglos (y sin casi), al final se logra. La negatividad sobre las potencialidades de España es rotunda y contagiosa. La halla uno por todo el espectro político, sin matiz: no hay nada que hacer con este país. Eso con seiscientos millones de hispanohablantes, un inacabable y bello mestizaje, y las huellas de España por doquier. Si lo tuviera otra nación europea, te inundaría la alta, la media, la baja y la bajísima cultura, hasta llegar a Netflix. Maratones de gestas y grandezas.

La leyenda negra convendría a otros, pero muchos españoles contribuyeron, y aún más garantizan hoy su pervivencia. El fatalismo es un círculo vicioso. Puesto que no hay nada que hacer con España, puesto que no tenemos solución, puesto que cuanto enseñan los buenos maestros es alta cultura española fatalista, puesto que cuanto enseñan los malos maestros es doctrina antiespañola woke, ¿para qué va a hacer uno el esfuerzo de nadar contra corriente? ¿Para qué? A ver qué te parece esta razón: para que prevalezca una verdad valiosa, porque antes de las puñeteras siete llaves de Costa, y mucho antes de los lamentos noventayochescos, tan logrados, y muchísimo antes del ramplón europeísmo orteguiano, hay un imperio de siglos deslumbrantes, de caminos que vertebraron otro mundo, de iglesias, bibliotecas, inconcebibles logros en la expansión del conocimiento, una escuela de traductores de Toledo que inicia o propicia el Renacimiento, una escuela de Salamanca que alumbra el derecho internacional o las implicaciones de lo monetario. Y el origen de los derechos humanos con las leyes de Burgos. Y aventuras suficientes para llenar de fascinado asombro mil vidas que tuviéramos.

Pero a varias generaciones solo les han contado de España su incorregible naturaleza segundona, por no hablar de los que han crecido entre envenenadores separatistas y están seguros de que ni siquiera somos una nación. Conoce tu patria, joven. Busca más allá de lo que te cuentan unos maestros y profesores que, incluso si desearan cumplir con su deber, no podrían hacerlo porque los programas académicos (currículos, los llaman) están diseñados como bombas, para que te explote la cabeza. En la educación secundaria es preceptivo erradicar lo cronológico de la enseñanza de la historia, lo que es tanto como decir que está prohibido enseñar historia a los chavales en edad de interesarse, de abrirse. Un par de idiotas que conozco consideran que mi posición es nacionalista. ¡Con lo que uno ha combatido esa desgracia! Si fuera nacionalista, reivindicaría la obligatoriedad de la enseñanza exclusivamente en español, como hicisteis vosotros con el catalán. Nens, al patriota le mueve el amor; al nacionalista, el odio.