Editorial-El Correo

Joe Biden ha iniciado la cuenta atrás de su mandato con una defensa de su política exterior, aunque no haya sido capaz de evitar las ansias expansionistas de Putin y la intervención de Israel en Palestina. En la recta final de su presidencia antes de la proclamación de Donald Trump el próximo lunes, ha llamado a una paz «justa y duradera» en Ucrania mientras se declara optimista sobre la inminencia de una tregua en Gaza, dos logros que podrían haberse acelerado más por el ‘efecto Trump’ que por méritos del presidente saliente. La caótica retirada de las tropas de Afganistán, que recordó a la humillante salida de Saigón en la Guerra de Vietnam, la inflación y el indulto a su hijo Hunter -la cruz de su última etapa- emborronan un legado que, por el contrario, tiene una cara brillante en la bajada de las tasas de desempleo y el retorno a las políticas de lucha contra el cambio climático, amenazadas ahora por la nueva administración. El líder de EE UU que tuvo que someterse al examen público de sus capacidades antes de que su partido le forzara a apearse de la carrera electoral también debería ser recordado por el temple demostrado tras el asalto al Capitolio, hace ahora cuatro años.