Alberto Ayala-El Correo
Mientras el todavía presidente del PNV, Andoni Ortuzar, cuenta las horas para desvelar si optará a un nuevo mandato o se retirará -dejando el camino expedito al portavoz jeltzale en el Congreso, Aitor Esteban-, EH Bildu lleva más avanzado su proceso de renovación interno. Conocida la continuidad de Arnaldo Otegi, la coalición desvelará este domingo la identidad de las 31 mujeres y hombres que integrarán la nueva mesa política de la formación. La izquierda abertzale afronta su congreso en tres semanas -el 8 de febrero, cómo no, en Pamplona- en un clima de notable tranquilidad política, no exento de algunos problemas vinculados con las secuelas del terrorismo etarra.
Y es que el año pasado EH Bildu se quedó a sólo 28.000 votos de dar el ‘sorpasso’ a un PNV en decadencia en las elecciones al Parlamento de Vitoria -empataron a 27 escaños-. Y tras las municipales ensanchó de manera notable su poder local, llegando incluso a ganar en Vitoria, ciudad que si no gobierna hoy es porque el pacto PSE-PNV puso la makila de la ciudad en manos de la socialista Maider Etxebarria.
Pero donde la coalición independentista ha logrado su mayor éxito político tras el fin de ETA -para monumental enfado de PP y Vox- ha sido en Madrid. Pedro Sánchez accedió hace quince meses a blanquear políticamente a EH Bildu -foto incluida con Mertxe Aizpurua- y a tratarlo como un partido más a cambio de convertirse en el aliado posiblemente más fiel del gabinete progresista. Lo sucedido después ya lo conocen. Todos los presos etarras cumplen condena en cárceles de Euskadi y Navarra. Y hace apenas un año la Alcaldía de Pamplona volvía a manos del abertzale Joseba Asirón tras apoyar el PSN una moción de censura de toda la oposición contra la regidora de UPN, partido mayoritario en la capital navarra. Eso sí, los socialistas declinaron integrarse en el nuevo equipo de gobierno. Tampoco EH Bildu forma parte del Ejecutivo navarro de coalición de la socialista María Chivite, aunque le da estabilidad y apoya sus cuentas desde la anterior legislatura.
Otegi ha propuesto a los suyos modular la hoja de ruta de la formación abertzale, lo que le ha granjeado duras críticas de algunos etarras presos en Zaballa. El reconocimiento del derecho a decidir sigue estando en el frontispicio de su acción política, al igual que en la del PNV.
En lo que los herederos de Batasuna insisten en mostrarse del todo intransigentes es en su negativa a abjurar de su pasado apoyo al terrorismo etarra. La premura de una parte significativa de la clase política y de la sociedad vasca por pasar cuanto antes la sangrienta página de ETA está a punto de lograr el triunfo definitivo de la desmemoria, si es que no lo ha logrado ya. Una terrible noticia para las familias de las víctimas. Y sin duda el peor cemento para asentar un futuro ético con memoria y en paz.
No hay que engañarse. Es más que dudoso que EH Bildu llegue a renegar en algún momento de su pasado apoyo al crimen y la extorsión como medios para lograr sus objetivos políticos. Una mínima esperanza que desaparecerá por completo cuando encuentre aliados para gobernar las instituciones. En Pamplona ya los tiene.