Olatz Barriuso-El Correo

  • La política española firma otra jornada ‘horribilis’. Pierden casi todos menos el PNV, que ya había puesto el palacete a resguardo

Sostenía en una entrevista el mago Jorge Blass que observa en la política una cierta tendencia a utilizar la psicología, igual que los de su gremio, para desviar la atención y colársela a quien sea menester. «A muchos políticos se les ve el truco. Lo bueno es a que los magos no». Quizás por eso el ciudadano cabreado o el tertuliano a secas suelen preferir ‘trilero’ a ‘mago’ o ‘ilusionista’, términos estos últimos evocadores de un mundo feliz. El Congreso es, en cambio, la antítesis de la fantasía. Lo de la Carrera de San Jerónimo es más bien realismo sucio, a lo Carver, y, efectivamente, a los trucos se les ve la tramoya de lejos. Y por eso ya no funcionan.

Pasa con los decretos ómnibus, una treta ya manida del Gobierno para intentar colar de rondón -por decreto y en una mezcolanza indigesta de medidas de diverso jaez- las iniciativas que no puede aprobar por los procedimientos legislativos habituales. Un abuso, por cierto, que socios habituales como el PNV han denunciado cuando en el cajón de sastre no había nada que les afectara tan de lleno como el ya famoso palacete del número 11 de la parisina Avenida Marceau. Meter en el mismo decreto una mundana cuestión inmobiliaria -sin menospreciar el valor simbólico y sentimental que el edificio tiene para los afiliados jeltzales- con la subida de las pensiones, las ayudas a los damnificados de la dana o las bonificaciones al transporte lleva en el pecado la penitencia.

«Quiero ver que alguien se atreva a votar en contra de la revalorización de las pensiones», se ufanaban en la bancada del Gobierno, como si estuvieran en primero de Puigdemont, cuando a estas alturas ya deberían tener un máster en marrullerías teledirigidas desde Waterloo.

Se atrevían, claro. Evidentemente. Los junteros, al margen de que su estrategia sea perdedora a medio plazo, ya han dejado claro que se deben sólo a sí mismos. Ni los efectos que el retorno del Sabadell a Cataluña puedan tener en la opa del BBVA, de evidentes implicaciones políticas, les ablandaron. Sus variadas sensibilidades internas, tampoco. ¿Cómo les va a conmover entonces el montante de la pensión de los españoles?

La entrevista de Sánchez en Davos, sin abrigo en los Alpes, es una metáfora de sus intenciones

Aun así, el truco tampoco funciona al revés. Hacerse los interesantes para doblar el brazo al presidente -con mutis incluido de Míriam Nogueras en el debate del decreto ómnibus- ya no impacta porque el final es, si no conocido, sí previsible. A Sánchez no parece inquietarle que la extrema debilidad parlamentaria de su Gobierno quede en evidencia, o que los Presupuestos en vigor, prorrogados dos veces, los aprobase un Congreso diferente al actual. Su entrevista con la CNBC en Davos, sonriente y sin abrigo pese a la gélida temperatura alpina, sirve como metáfora del mensaje subyacente. A grandes rasgos: ‘la sartén por el mango la tengo yo y convocaré elecciones cuando a mí me convenga’. ¿Será eso el próximo otoño como barruntan los socios o en 2027, cuando toca? A saber.

Por lo pronto, casi nadie gana tras otra jornada ‘horribillis’ en el Congreso. Ni Sánchez, ni Junts, ni tampoco el PP, al que será fácil culpar de que los jubilados no vean la prometida subida en la nómina de febrero. El PNV también se perfilaba a la hora del hamaiketako como uno de los perdedores, al decaer con el decreto la operación de «devolución» del inmueble que acogió al Gobierno de Aguirre. Pero no. Sabin Etxea, pese a estar inmersa en pleno proceso de renovación del EBB, ha hecho los deberes y ha puesto el palacete a buen recaudo. Sin que se les viera el truco y sin pega jurídica, según los expertos. No en vano, el edificio, que toca la fibra de las bases, es una de las páginas más lustrosas del programa electoral de Ortuzar para ganar por aclamación.