Mikel Buesa-La Razón
- El manifiesto de «Txapote» nos coloca frente al fracaso de la política propugnada por Pedro Sánchez, interesada sin duda en los votos de Bildu
Un grupo de presos de ETA, apoyados por los más radicales del abertzalismo y significativamente liderados por García Gaztelu, «Txapote», acaba de dar a la luz un manifiesto en el que se reclaman como la «brasa roja no apagada» para reivindicar «la creación de un nuevo movimiento de liberación [en el que] la lucha tendrá que continuar», toda vez que «pasados trece años desde el fin del ciclo político caracterizado por la lucha armada, las cosas no han mejorado», pues «el opresor sigue más opresor que nunca y el oprimido está más oprimido que nunca». Defienden además la «legitimidad de la lucha política –note el lector el eufemismo para designar el terrorismo– que nos llevó a la cárcel», proclaman no haber «aceptado el camino de la legalidad penitenciaria», rechazan «el izquierdismo, dogmatismo e infantilismo» que conduce a hablar «de convivencia, normalización y paz», y consideran que «la derrota militar no debe llevarnos a la derrota política».
Puede ser que muchos no quieran verlo, especialmente si, como los socialistas, han apostado por todo lo que refuta el manifiesto, pero estamos ante una escalada ideológica, fuertemente crítica con EH Bildu –el partido embarcado ahora en la renovación de su dirección bajo el liderazgo de Otegi–, que sienta las bases de una nueva reivindicación del terrorismo. Que pueda llegarse a desencadenar otra vez la lucha armada ya no depende de las convicciones personales de los firmantes del manifiesto y de sus seguidores en el abertzalismo, especialmente los jóvenes universitarios que ahora dominan ese movimiento, sino de la voluntad de volver a matar de la que pueden ser portadores sólo unos pocos. Recuerden ustedes el ciclo terrorista anterior, en el que, en 1968, un recién licenciado en Económicas, Txabi Etxebarrieta, personalmente convencido de dar ese paso, inició la que sería una escalada de muerte que duraría más de cuatro décadas, asesinando al guardia civil José Pardines.
El manifiesto de «Txapote» nos coloca frente al fracaso de la política propugnada por Pedro Sánchez, interesada sin duda en los votos de Bildu, que ha dado lugar a un proceso masivo de excarcelación de etarras. Su magnanimidad con los asesinos no nos pone frente a la normalización democrática, sino, probablemente, al borde de un renovado abismo.