Editorial-El Correo
- El estremecedor recuerdo del Holocausto debe frenar cualquier tentación de las extremas derechas europeas de crecer sobre un olvido deliberado
La conmemoración del 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que representa al resto de lugares de exterminio nazis, recuerda el horror de la ‘Solución Final’ ideada durante el Tercer Reich, y que se cobró la vida de más de un millón de personas -en su inmensa mayoría judías- sólo en ese trozo de páramo alambrado de Polonia. Personas que para Adolf Hitler y sus cómplices no merecían seguir en este mundo porque las consideraban inferiores a la raza aria destinada a gobernarlo. Auschwitz representa la estremecedora memoria del Holocausto. La advertencia de que el supremacismo, esa mezcla de miedo, odio y desprecio hacia los demás, empuja a las personas a perpetrar, secundar o pasar por alto atrocidades inconcebibles.
En aquel entonces ningún ciudadano informado de Alemania y de los países ocupados podía alegar un desconocimiento absoluto sobre lo que transportaban los trenes de la muerte. Vidas con los días contados. Aquellos que ochenta años después se obstinan en la revisión de la verdad histórica, tratan de contextualizarla como si fuese moralmente inevitable, o simplemente ‘pasan’ de la ‘Solución Final’ aprovechándose de que su recuerdo resulta desagradable, hacen todo eso porque quieren -necesitan- sentirse superiores. Aunque algunos de ellos se saben, además, invulnerables. La consigna más efectiva frente a la transmisión de los valores de la dignidad humana, de la tolerancia y de la universalidad en derechos es que el pasado no importa. Importa únicamente el futuro, porque el presente tampoco se sostiene en su fugacidad. Es a partir de ahí, de la consideración de Auschwitz como una experiencia temática que no deje huella, propicia al masoquismo de quienes por un momento deseen mirar atrás, que las extremas derechas europeas intentan crecer sobre un olvido deliberado.
La presencia del rey Felipe VI y de la reina Letizia ayer en el memorial que denuncia el ‘Mal absoluto’ e interpela a la Humanidad sirvió también para recordar que la España franquista colaboró con aquello porque formó parte de la ignominia fascista que hay que conocer hoy por muy duro que sea ese pasado para impedir que se reproduzca nada parecido ni de lejos. Las y los últimos supervivientes de Auschwitz, entonces niños, transmitieron ayer un mensaje que nos concierne a todos. Tova Friedman declaró: «Estamos aquí para prometer que nunca permitiremos que se repita, jamás en la historia».