Jesús Cuadrado-Vozpópuli
Ejemplo paradigmático de la ineptocracia, con cientos de miles de funcionarios en el alero
Con el decreto trampa del pasado jueves, se constató que Sánchez preside un Gobierno que asume sin complejos que no puede gobernar. Les engañó Puigdemont, dicen, pero el culpable sería Núñez Feijóo. Ninguna sorpresa, sanchismo en estado puro. Pasarán décadas y los españoles seguirán preguntándose cómo fue posible que estos mequetrefes se mantuvieran tantos años en el gobierno. Y provocando tanto daño.
Ahí está la licitación de Muface, un ejemplo paradigmático de ineptocracia, de gobierno de los peores. Entre 2021 y 2025, a partir de estudios solventes, tendrían que haber realizado las adaptaciones necesarias para proponer un concierto viable que afecta a más de 1,53 millones de usuarios, pero están a otras cosas. En los últimos tres meses lo que se ha visto es un espectáculo bochornoso. El Gobierno abrió un proceso de licitación dirigido a aseguradoras privadas que, al quedar desierto, obligó una nueva convocatoria, con prórroga incluida hasta este lunes 27. De nuevo han suspendido la convocatoria. No cabe mayor chapuza.
El ministro de la Función Pública Oscar López, que como pato mareado ha ido dando vueltas sin enterarse de nada, llegó a decir en pleno proceso de licitación que podría incluirse alguna fórmula para que las aseguradoras pudieran “recuperar el dinero que pierdan”, así, sin más. Asustado por lo que se le viene encima, ahora se habla de “mejoras pactadas” del pliego de condiciones. En paralelo, la ministra de Sanidad Mónica García ha hecho todo lo posible para liquidar Muface por motivaciones ideológicas que no oculta, incorporando los mutualistas a los servicios ya saturados de las comunidades autónomas.
Las aseguradoras demandan 1.400 euros por usuario, es decir, que aún supondría un ahorro de más de 300 euros per cápita para el Estado. ¿Tiene otros datos la ministra García? Está tardando en publicarlos. Pero es ideología, no economía
Obsesiones de una coalición de Gobierno infectada de doctrinarios comunistas que quieren hacer creer que no es posible proteger los “valores públicos” cuando los servicios sanitarios -o educativos, como los de centros concertados- son prestados por empresas privadas con financiación estatal. Pasan por alto que, como demuestra el modelo nórdico -Suecia incluida- lo que importa es garantizar la prestación en condiciones adecuadas y con eficiencia en el gasto, así como la supervisión adecuada, y no si la titularidad del centro es pública o privada. A estos fanáticos, poco les importan los resultados para la gente, solo están interesados en su absurda batallita ideológica.
Si el modelo Muface fuera un privilegio para los funcionarios que optan por aseguradoras privadas, como dicen, los datos lo demostrarían. Lo cierto es que los que se conocen dicen otra cosa. El Idis, por ejemplo, ha publicado un estudio en el que el coste en el sistema de titularidad pública para toda España es de 1.736 euros per cápita, en tanto para los funcionarios que eligen aseguradora privada supone 1.032, antes de la licitación, y 1.262 con la última oferta. Las aseguradoras demandan 1.400 euros por usuario, es decir, que aún supondría un ahorro de más de 300 euros per cápita para el Estado. ¿Tiene otros datos la ministra García? Está tardando en publicarlos. Pero es ideología, no economía.
Para completar el cuadro de ineptitud inigualable, el pasado sábado se volvía a suspender la convocatoria que iba a quedar desierta el lunes. La chapuza del siglo: una licitación en la que se van modificando las condiciones sobre la marcha. “Soy optimista, estamos trabajando sin descanso, estamos explorando fórmulas para dar una solución”, declaraba horas antes Oscar López, el inepto con más solera en este gobierno de ineptos. “Estamos dándole vueltas”, remataba. Como si una licitación pública fuera una tómbola. Si existía infrafinanciación, para eso estaba el pliego de condiciones. ¡Qué ineptitud! Ahora, para evitar males mayores, las aseguradoras que concursen pondrán las condiciones. Y a ti qué más te da, que diría Patxi López.
Un país pata negra en el que, como escribe el profesor Conde-Ruiz en El País, “muchas parejas jóvenes, cuando tienen un hijo, automáticamente se convierten en un hogar pobre”
La mezcla perfecta de fanatismo comunista e ineptitud sanchista. Con esta combinación, “hemos pasado de ser un toro herido a ser un pata negra ibérico”, alardea Sánchez desde el soviet de La Moncloa. Lo dice el responsable de siete años que han colocado a España en el pódium europeo de pobreza -especialmente, infantil-, desigualdad, paro y precariedad laboral, exclusión social, caída de poder adquisitivo, dificultades de acceso a la vivienda. Un país pata negra en el que, como escribe el profesor Conde-Ruiz en El País, “muchas parejas jóvenes, cuando tienen un hijo, automáticamente se convierten en un hogar pobre”. El mismo en el que la ministra del ramo afirma ahora, pasados siete años, “habría que cambiar el paradigma de la vivienda”.
En fin, o los españoles mandan a su casa a esta banda de ineptos y fanáticos o pronto les dejarán sin país.