- No se manifestaron por el precio de la luz, el gas, el pan o los huevos. Tampoco después de que un amigo de Sánchez quebrase Correos. Pero aquí están hoy, saliendo a la calle contra la oposición
Leo en los periódicos que en los próximos días, el 28 de febrero concretamente, se van a alinear hasta siete planetas del sistema solar en una conjunción que no se repetirá hasta dentro de 400 años o más. Esta noticia, que nos recuerda lo pequeños que somos y lo increíble de la creación, rivaliza sin embargo con otra que se va a dar este domingo: los sindicatos vuelven a la calle.
Y lo hacen después de seis años largos de sanchismo en los que no han dicho ni «mu». No se manifestaron cuando a la gente le cerraron los comercios de forma ilegal durante la pandemia, tampoco cuando subió el precio de la luz, el gas, el pan o los huevos. Tampoco cuando un amigo de Sánchez causaba un agujero de 2.000 millones de euros en Correos, abocando a la empresa a un plan de bajas que ya veremos cómo repercute en el servicio. Sin embargo, tras seis años de silencio subvencionado, han decidido hacer algo inédito: manifestarse no contra el que gobierna, sino contra la oposición. Toda una novedad en occidente.
Dicen los sindicatos en su manifiesto que saldrán a la calle «porque el Parlamento debe estar al servicio de la gente, no de estrategias de vuelo corto». Y tanto. Pero ya podrían haber hecho lo mismo cuando, el día de la riada en Valencia, el Gobierno y sus palmeros suspendieron la sesión de control pero no la votación para repartirse RTVE.
Alegan los sindicatos que «las personas y sus derechos no pueden ser rehenes de la lucha partidista ni de los intereses inmediatos de algunos partidos políticos». Pues que se lo digan a Yolanda Díaz, partidaria de empastar en el mismo decreto las ayudas por la dana y las pensiones con un palacete parisino para el PNV. No se me ocurre una manera más sucia de tomar como rehenes a los jubilados. Si de verdad te corre prisa arreglarles la pensión, lo llevas en un decreto independiente y lo votas a toda prisa, como suelen hacer cuando hay que repartirse cargos y comisiones. Así sean en la tele pública o en el parlamento.
La realidad de los hechos es que van a protestar por algo que ni siquiera ha ocurrido: y es que el PP vote «no» al famoso decreto ómnibus. Más de un lustro callados como puertas por cosas tan reales como el IPC o el precio de la gasolina y resulta que, el día que salen a la calle, no hay nada contra lo que manifestarse. Tienen un despiste importante los sindicatos, y no me extraña. Pasar de 8,8 a 32 millones de subvención anual harían perder la cabeza a cualquiera, a mí el primero, pues no hay muchos españoles que hayan visto crecer sus ingresos de una forma semejante. Ahora está por ver si todos estos estómagos agradecidos encuentran dónde dejaron las pancartas por última vez.