Tonia Etxarri-El Correo

Isabel Díaz Ayuso ha visto su cara estampada en carteles y vídeos junto a las imágenes de Milei, Orbán, Bolsonaro, Musk y Meloni en el XV congreso del PSOE en Madrid, en donde Pedro Sánchez avaló a Óscar López como la gran promesa para derribar al PP madrileño en las próximas elecciones.

Pero, de esa «convención de odiadores de los madrileños», como la llegaron a definir los populares, lo que más le ocupa a la presidenta de la Comunidad de Madrid es mantener un debate televisado con Salvador Illa para que explique a toda España qué pretende hacer en Cataluña con el cupo pactado con ERC.

Ni los insultos constantes, que van rayando en la obsesión, que le dedican los socialistas en cuanto se ponen delante de una cámara o un micrófono, ni la misteriosa desaparición de los mensajes telefónicos que dice que mantuvo con Sánchez vía WhatsApp durante la pandemia. Nada le ocupa más que retar al presidente de la Generalitat, como hizo ayer, para que cuente la verdad sobre sus pactos con los independentistas que establecen un agravio comparativo con otras comunidades y del que la madrileña resulta la principal perjudicada.

Es cierto que los ataques a Ayuso y su pareja coparon el arranque del congreso socialista, en donde llamaron a González Amador «delincuente confeso», como hizo el ministro de Justicia, sin que se le moviera una ceja. Pasando por alto que llamar así a un ciudadano que todavía no se ha declarado así ante un juez supone una vulneración de la presunción de inocencia. Pero Ayuso está a otra cosa. Centrando su foco en la Generalitat que preside un socialista apoyado por ERC para decir que no está dispuesta que los ciudadanos de Cataluña vayan a tener más privilegios que el resto de españoles, por necesidad de Sánchez.

Por eso, emplazó ayer a Illa a debatir ante las cámaras de televisión sobre su plan de financiación singular. Madrid y Cataluña, frente a frente. En representación de las «dos economías de España, las más pujantes junto a la de Andalucía». Como Cataluña es, todavía, España, porque los socios de Sánchez no han podido -hasta la fecha- ‘desanexionarse’ del Estado, Ayuso reclama explicaciones. Ya que no las da Sánchez, que lo haga Illa. ¿De dónde va a sacar el dinero para su plan de inversión de 18.000 millones hasta 2030? ¿Por qué piensa que hay que subir impuestos a los madrileños? ¿Por qué considera que la política de bajada de impuestos de Madrid es ‘dumping fiscal’?

Illa quiere recuperar el liderazgo económico de Cataluña, pendiente del apoyo que le brinden Telefónica y Criteria Caixa, entre otros. En su documento de 200 medidas, no hay autocrítica tras diez años de pérdida de peso debido a las consecuencias nefastas del ‘procés’. Lo explicará en Madrid el 20 de marzo. Pero la presidenta de la comunidad le propone un duelo televisivo. No estaría de más ese debate. Al fin y al cabo, la de Madrid es la más perjudicada por la política de confrontación entre autonomías que está promoviendo Sánchez desde que construyó su muro y enarboló la bandera de su causa personal (electoral) contra Ayuso.