Teodoro León Gross-ABC
- Feijóo se aferra a la planificación de sus buenos tiempos en Galicia
Estos días PP y Vox han recrudecido la guerra en su frontera. Ese es un territorio inflamable, tanto más ahora que conjuntamente frisan el 50 por ciento con los sondeos sobre la cota de los 190 escaños. A Feijóo debe de provocarle insomnio, pero real, no como a Sánchez con Pablo Iglesias en 2019, imaginarse en un gabinete con 5 o 6 ministros de Vox, y no precisamente Espinosa en Exteriores sino quizá Buxadé en Interior. Y Vox está ganando ese pulso, entre otras razones porque ha entendido mejor la naturaleza del pulso. Mientras Feijóo se aferra a la planificación de sus buenos tiempos en Galicia, modelo siglo XX, Vox está actuando con claves del siglo XXI, a veces estupefacientes pero eficientes. Tal vez lo del PP no sea amateurismo, pero sí conservadurismo. En Génova muchos aún parecen creer que es un choque topográfico, como si se tratase de acertar a ubicar la línea de la frontera poco más acá o allá en la escala del 1 al 10, sin entender la naturaleza emocional de la batalla cultural que les está ganando Vox, donde tienen claro que su territorio no es el Parlamento, como no lo era para Podemos. Y Vox triunfa entre los jóvenes y hombres de 35-45 años, la clientela de las dos crisis, demasiado precarios –incluso con dos carreras y tres idiomas– y un cabreo de mil demonios con el podemismo ‘woke’ vendiéndoles que son violadores en potencia y que no merecen según qué por no se sabe qué privilegios.
Sí, Vox va al alza beneficiado por el contexto. El trumpismo proporciona viento de cola, también Meloni en Europa o Milei en Latinoamérica. En su espacio están interpretando mejor esa idea de Felipe González que ha repetido, siempre lúcido, Ignacio Varela: «La primera condición del liderazgo político es hacerse cargo del estado de ánimo de la población». En muchos sentidos Vox, a los que acusan de retrógados, están más al día en su concepción, mal que guste. No es casual la efervescencia en lugares como Alemania o Francia. Y en Vox, cuyos cuadros son mediocres, tienen una ventaja añadida en la jaula de grillos: a ellos incluso les va mejor cuando están callados, como ha ocurrido en Valencia, donde se han disparado con la dana. Por supuesto, en el PP saben que su éxito, el de los 150 escaños, no se construye ahí. La ocupación del centro y la transferencia de voto desde el PSOE es su mejor noticia. Pero el PP necesita cubrir un espectro ideológico amplio, como siempre ha sucedido con los ‘catch-all party’, los partidos ‘atrapalotodo’ de las grandes mayorías. Y necesitan dar la batalla también en esa frontera. Claro que el espacio de Juanma Moreno es determinante; pero muchos desdeñan a Ayuso sin entender lo que aporta. Incluso los suyos a menudo se ponen exquisitos cuando ella está dando la batalla para ganar en la frontera más jodida. Hay días que parece a punto de hartarse y exclamar a los ‘meacolonias’ como el coronel Nathan Jessup en ‘Algunos hombres buenos’: «¡Sabes que me necesitas en ese muro!». Es una batalla que también hay que dar.