Cristian Campos-El Español

Empieza a hablarse en Madrid de una posibilidad que nadie había contemplado hasta ahora: la de que Pedro Sánchez vuelva a la presidencia en un plazo de tiempo más o menos breve después de que Alberto Núñez Feijóo llegue a la Moncloa.

Es decir, de la posibilidad de que Pedro Sánchez se haga un Trump.

Vaya por delante que la teoría no es hoy mucho más que eso, una especulación. Pero algún artículo he leído ya sobre el tema, y cuando una especulación pasa de los reservados en los restaurantes a la prensa es que algo de agua lleva.

Vaya por delante también que cualquier partido con una cierta visión de futuro, incluido uno tan cortoplacista como el PSOE de Sánchez, se habrá planteado en algún momento cuál debería ser su plan de acción en el caso de perder el poder.

Vamos, digo yo. Eso es al menos lo que yo haría.

Pero la existencia de un what if, de una hipótesis de futuro, de una cábala más o menos realista sobre lo-que-ocurrirá-si, no implica necesariamente la existencia de un plan concreto de actuación. Mucho menos garantiza que las circunstancias vayan a ser las que ese plan prevé. En la política del siglo XXI, dos años son molto longo.

Dice ese presunto plan que Sánchez da por perdidas las próximas elecciones generales.

Y este es el primer dato inverosímil de la teoría. Porque no parece que Sánchez sea el tipo de político que da unas elecciones por perdidas. Yo creo que antes le concede un referéndum de independencia a Cataluña. Pero vayan ustedes a saber.

Dice también ese presunto plan que el PP, acogotado por sus propios complejos, será incapaz de gestionar su alianza con Vox y que la presión de la calle y de los editoriales de la SER y de El País, sumados a dos chistes de David Broncano y medio mohín de disgusto de Àngels Barceló, obligarán a Feijóo a convocar elecciones anticipadas.

Esta parte ya es más creíble.

Y dice también ese hipotético plan que esas elecciones generales no sólo le darán la posibilidad a Sánchez de volver a la Moncloa sumando con sus socios actuales, como hasta ahora, sino que le permitirán incluso ganar los comicios, catada por los españoles la experiencia de un gobierno de ultraderecha como el de Feijóo y Abascal.

Bueno, podría ser.

Este tipo de teorías especulativas suelen encajar además bastante bien con algunas noticias del presente.

¿Por qué Sánchez arremete contra Ayuso con mucha mayor fuerza que contra Feijóo?

Porque sabe que su verdadero rival en el PP no es Feijóo, al que él se merendará en un plazo de tiempo X incluso aunque el gallego llegue a la Moncloa, sino una Isabel Díaz Ayuso que le ha ganado todas las batallas que le ha planteado hasta el momento. En esta teoría, Juan Manuel Moreno, que está a la izquierda de Feijóo, y que es el segundo aspirante previsible a la sucesión de Feijóo, tampoco sería rival para Sánchez.

¿Por qué Sánchez está ocupando hasta el último rincón polvoriento de las instituciones del Estado, incluida por supuesto la Fiscalía General y un Tribunal Constitucional convertido ya en el Tribunal Supremo del Tribunal Supremo?

Para que a Feijóo le resulte imposible gobernar tras su llegada a la Moncloa y se acelere el proceso de putrefacción de su gobierno.

¿Por qué Sánchez cultiva con tanto ahínco su imagen internacional, caracolea en la UE y abre las puertas de España a la injerencia china y marroquí en detrimento de un aliado natural como los Estados Unidos?

Para que el contexto geopolítico internacional reme en favor de sus intereses después de perder las elecciones frente a Feijóo. Con la inmigración ilegal descontrolada, China metida hasta el corvejón en España (algo en lo que Zapatero trabaja ya) y una crisis territorial en Ceuta y Melilla, a Feijóo le resultaría literalmente imposible gobernar.

Añadamos a ello una okupación descontrolada y que el PP no se atreverá a atajar más que con medidas de socialización del dolor, una censura en las redes a la que el PP tampoco se opondrá, una calle en llamas y unos medios que convertirán a Feijóo en la Marine Le Pen de Orense, y ya está servida la tormenta perfecta.

Bueno, no tengo la menor duda de que a alguien en el PSOE, incluso en el núcleo más cercano al presidente, se le habrá pasado en algún momento por la cabeza este cuento de hadas.

Pero la teoría falla también por varios flancos.

1. En primer lugar, la incontrolabilidad de todos los factores necesarios para que eso llegue a darse. Si saber lo que ocurrirá con los Presupuestos Generales de 2025 es difícil, aventurar lo que ocurrirá en caso de que Feijóo llegue a la Moncloa de la mano de Santiago Abascal es imposible.

2. La existencia de teorías previas que durante mucho tiempo se dieron por seguras, incluso en el propio PSOE, y que hoy siguen muy lejos de concretarse. La de que Pedro Sánchez aspiraba a un retiro de oro como secretario general de la OTAN, por ejemplo.

3. En tercer lugar, el hecho de que los españoles hayan demostrado una enorme capacidad de adaptación a barbaridades que sólo una semana antes les parecían democráticamente inaceptables. Si esos votantes han aceptado la alianza del PSOE con EH Bildu, Podemos e incluso ERC y Junts, dos partidos que venían de dar un golpe de Estado contra la democracia en 2017, ¿por qué no deberían aceptar igual de mansamente uno del PP con Vox, una vez comprobado que Feijóo y Abascal no suponen ningún cambio en España más allá de una cierta vuelta a la seguridad jurídica?

4. Los problemas de Sánchez en el ámbito judicial. Dos años de Feijóo son tiempo suficiente para que se concreten las hoy verosímiles condenas a Begoña Gómez, el fiscal general del Estado, el hermano de Pedro Sánchez y otros tantos miembros de su gobierno. Quizá incluso de que Sánchez se siente en el banquillo de los acusados del Supremo.

5. La posibilidad de que Feijóo, una vez en la Moncloa, muestre más personalidad, fuerza, ideas y proyecto que la que le presupone el PSOE y también una buena parte de la derecha, hoy más o menos aglutinada en el espacio de Vox.

6. La evidencia de que los medios de estricta obediencia socialista obedecen mejor con el PSOE en la Moncloa y los Presupuestos Generales del Estado fluyendo torrencialmente en su cuenta corriente que con el PSOE en la oposición y sin apenas poder territorial.

7. En séptimo lugar, la propia inestabilidad de su gobierno, ejemplificada en la siguiente noticia. Si con Sánchez en la Moncloa sus socios son incontrolables, ¿qué cree que ocurrirá cuando la abandone?

8. Muy importante: el surgimiento de posibles rivales en su propio partido. ¿Óscar Puente, por ejemplo? Sánchez se ha asegurado bien el control de su partido para evitar esa posibilidad. Pero el sanchismo es un coloso con los pies de barro. Veremos qué ocurre cuando Sánchez ya no pueda comprar a los suyos con el dinero de los españoles.

9. Finalmente, la necesidad absoluta, para que ese plan cuaje, de que el PP se pegue un tiro en el pie de proporciones legendarias.

Muchos if en ese what if, en definitiva.

Eso sí. Como teoría es golosa y da mucho juego.