Editorial-El Correo

  • Con el congreso de Pamplona, la izquierda abertzale consagra su negativa a condenar, reprobar o criticar el terrorismo de ETA

El III congreso de EH Bildu, celebrado el fin de semana en Pamplona, ha consolidado una formación que ya venía operando como partido más que como federación de las siglas Sortu, EA y Alternatiba, bajo la hegemonía absoluta de la primera. El balance de su ascenso electoral e institucional ha coincidido con las dificultades y desavenencias internas que afronta su adversario directo, el PNV, a la hora de renovar su dirección. Un hecho que concede mayor verosimilitud a las expectativas de la izquierda abertzale de encarar el ciclo electoral de las locales y forales de 2027 y las autonómicas de 2028 con el objetivo de acceder, en Euskadi y Navarra, a mayores cotas de poder.

Recuperado su discurso más soberanista, emplaza a los jeltzales a concurrir juntos a las elecciones al Congreso y al Senado, y al Parlamento europeo, deslizando el lema ‘antes el pueblo que el partido’, en clara interpelación a Sabin Etxea. Lo hace a sabiendas de que el PNV tendría todas las de perder si se aviene a coaligarse con EH Bildu; pero que al rechazar la fórmula concederá inevitablemente un argumento de campaña a Arnaldo Otegi.

La izquierda abertzale ha dado el paso de asumir «un proceso soberanista de carácter gradual», y de imaginarlo «desde el liderazgo de un sector público comprometido con el futuro de este pueblo». A lo que añade su constatación de que «las izquierdas independentistas son decisivas para la continuidad del Gobierno de coalición» de Sánchez. La presencia de ERC, CUP, Compromís y también Junts -junto a Sumar y Podemos- en el cónclave no fue testimonial. Obedece a la relevancia que la actividad parlamentaria de Bildu en Madrid ha adquirido para legitimar a la izquierda abertzale. Aunque entrañe que el objetivo más ambicioso que alberga, situarse con «paciencia» en el núcleo de gobierno de las instituciones, dependa del PSOE. También en Euskadi y en Navarra.

Con su III congreso, la izquierda abertzale ha consagrado su negativa a condenar, reprobar o criticar, ni siquiera retrospectivamente, el terrorismo de ETA. El hecho de que tal condición no haya estado presente en los últimos años como requisito de las fuerzas democráticas para establecer acuerdos con EH Bildu ha contribuido a ello, y a borrar tal demanda de la mente de la mayoría de los vascos. Tanto que Otegi defendió en octubre la excarcelación de los presos de ETA como su única «contribución a la convivencia», y así lo recoge la ponencia aprobada en Pamplona.