Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • Trump cree que es legítimo mover las fronteras. Ya lo ha dicho claramente respecto a Groenlandia. ¿Por qué le iba a parecer mal que Rusia se quede con parte de Ucrania? Y esto plantea otra disyuntiva. A Putin no le ha ido mal porque nunca ha recibido un duro castigo por sus agresiones

Los que vivimos el 9 de noviembre de 1989 la caída del Muro de Berlín desde la redacción de un periódico comprendimos bastante rápido la trascendencia de lo que allí había ocurrido. En cambio, el 12 de febrero de 2025 ha sido un día que probablemente tenga una trascendencia similar y los medios, en comparación con el Muro, creo que lo han minusvalorado muchísimo.

Donald Trump y Vladímir Putin han puesto en marcha un nuevo orden mundial bilateral. Han decidido que ellos, sin necesidad de terceros, van a decidir lo que se hace con Ucrania. Y eso es un terremoto que acaba con la paz atlántica que se impuso después de la Segunda Guerra Mundial. Una paz que llevó a la victoria de Occidente en la Guerra Fría sin disparar un tiro. Pero ahora, tras haber derrotado a la Unión Soviética en 1989 vemos cómo Estados Unidos va a dar una victoria a Rusia en Ucrania. Sí, es una victoria pírrica, muy lejos de lo que Rusia aspiraba a conseguir. Pero no deja de ser una victoria porque Putin se va a quedar con una parte muy relevante del territorio ucraniano y la Administración Trump ya ha dicho que la OTAN no es lugar para Ucrania. Lo que no deja de ser sorprendente.

Los Estados Unidos que a mí me subyugaron políticamente cuando estaba en la Universidad fueron los de Ronald Reagan, aquel hombre de principios claros, defensor de las libertades por encima de todo. Del libre comercio en especial, lo que le llevaba a denunciar los aranceles constantemente. Y buen conocedor de que Rusia representaba una visión autoritaria del mundo. Ya fuera con los zares, los soviéticos o como lo es hoy con Putin. Ronald Reagan ganó sus dos mandatos (1981-1989) como candidato del Partido Republicano. Donald Trump también. Pero representan posiciones políticas antitéticas.

En este escenario, Trump ha decidido renunciar a su alianza con los europeos que probablemente hemos hecho muchos méritos para que se largue con otro. Ya en su anterior mandato denunció la insuficiencia de gastos en defensa de los europeos. Y seguimos casi igual. Ni la invasión del Este de Ucrania nos ha espabilado lo más mínimo. Se seguía contando con el dinero norteamericano para que Ucrania pudiera defenderse y también con algo de ayuda británica. Pero muy lejos de las cifras de la asistencia de Washington. Putin sabe que no hace falta un 5 por ciento del PIB en gasto de defensa. Con bastante menos que eso se podría haber plantado cara en Ucrania. Pero ni esos esfuerzos estamos dispuestos a hacer.

Trump cree que es legítimo mover las fronteras. Ya lo ha dicho claramente respecto a Groenlandia. ¿Por qué le iba a parecer mal que Rusia se quede con parte de Ucrania? Y esto plantea otra disyuntiva. A Putin no le ha ido mal porque nunca ha recibido un duro castigo por sus agresiones. Y Ucrania es el mejor ejemplo. Se va a quedar con lo que tiene como hizo con Crimea cuando le pusieron unas pírricas sanciones y dentro de unos años volverá a mover ficha en Europa.

Ojalá me equivoque, pero creo que lo que hemos visto el 12 de febrero de 2025 es que hay un nuevo orden internacional sin alianzas ideológicas en el sentido de las que teníamos el siglo pasado. Sí, los Estados Unidos de Trump siguen siendo una democracia ejemplar en el funcionamiento de sus instituciones. Pero a diferencia de lo que ocurría hasta ahora, en sus relaciones internacionales pueden alinearse con regímenes autoritarios frente a las democracias occidentales. Y en países como Polonia saben muy bien lo que eso quiere decir.