Mikel Buesa-La Razón

  • Lo relevante no es sólo crecer, sino hacerlo sobre las ganancias de la productividad. Esto es lo que falla en nuestra economía

Pues resulta que, en medio del optimismo que predica el gobierno de Pedro Sánchez al mostrar las tasas de crecimiento de la economía española, en este país hay cada vez más pobreza, más preocupación por el futuro y, entre los jóvenes, más frustración con respecto a las posibilidades de construir un proyecto vital autónomo. Claro que al presidente y sus ministros esto les parece peccata minuta, pues para eso han establecido un escudo social en el que España se gasta todos los años un montón de millones de euros cuyo valor relativo ronda el cuatro por ciento del PIB. Sin embargo, ocurre que bajo ese escudo –que visto desde una perspectiva individual apenas da de sí como para salir de la miseria– hay cada vez más gente. Por ejemplo, los acogidos al Ingreso Mínimo Vital –unos dos millones de personas– son este año muchos más que el anterior cuando sumaban millón y medio. Y el caso es que entre ellos no son excepción los que tienen algún empleo, generalmente corto en horas y retribución, con lo que se desmiente la supuesta magnificencia de los más de veintiún millones de ocupados que aparecen en la estadística. Además, se desvela ahora que a unos cuantos de ellos la Seguridad Social les exige la devolución de las ayudas que percibieron en el pasado, al parecer porque los funcionarios de esa institución hicieron mal las cuentas.

El escudo social es un elemento fallido de nuestra política económica, principalmente porque su finalidad debiera ser la de ayudar a los ciudadanos desvalidos a salir del pozo de la pobreza y no la de conformarse con que ese pozo pueda ir ampliándose porque para eso el gobierno concede subsidios, ayudas y tarifas rebajadas. El escudo social se ha convertido así en la coartada de una política mediocre que aún no ha posibilitado la recuperación en términos reales –o sea, descontando la inflación– del nivel de vida que teníamos los españoles cuando se desencadenó la crisis financiera mundial. Y así nos hemos ido alejando del promedio en renta per cápita de la Unión Europea. Por ello, lo relevante no es sólo crecer, sino hacerlo sobre las ganancias de la productividad. Esto es lo que falla en nuestra economía.