- España hoy es un don nadie en la UE y no precisamente por no creer en ella. No sabemos qué hay en la relación con Marruecos, pero sí que es mucho mejor la relación de Trump con Mohamed V al que dio la gran victoria del Sahara. Y en Oriente Medio solo nos alaban los palestinos a los que todos los árabes desprecian
Una de las tragedias que vive España hoy es dónde la está ubicando Pedro Sánchez en la escena internacional. Y digo Pedro Sánchez porque es obvio que Napoleonchu sólo cumple órdenes. Y creo que no me caracterizo por disculpar al ministro de Asuntos Exteriores en nada.
También creo que no me significo por mi entusiasmo anti Trump. Como dejé escrito aquí el pasado 5 de noviembre, si yo hubiera tenido derecho de voto en las elecciones norteamericanas, hubiera votado por Trump y no por Harris. Pero eso no es óbice para que uno pueda ser crítico en algunas cuestiones, aunque en sus comentarios los seguidores de Vox me den la del pulpo. Pero, dicho eso, me parece que no puede haber mayor disparate para España que el que su presidente del Gobierno esté buscando convertirse en el referente anti Trump en Occidente. Lleva días atacándole y se muere por una referencia explícita del presidente norteamericano para sentirse coronado como el líder anti Trump global.
Yo no digo que el presidente del Gobierno de España no pueda defender unas políticas diferentes. Por algo es el presidente de un enfermo terminal llamado Internacional Socialista. Pero cuando él le habla a la Administración Trump lo hace como presidente del Gobierno de España. Y buscar una confrontación directa sólo puede ser una catástrofe para nuestros intereses. Yo creo que las guerras arancelarias son un disparate. Pero de lo que estoy seguro es de que si nos metemos en una con Estados Unidos los que vamos a perder somos nosotros. Y aquí tenemos a Sánchez, empeñado en conseguir que nos castiguen.
Nuestra lamentable posición en la escena internacional no se limita a la relación con Estados Unidos. Miren a Iberoamérica. Somos comparsas de la izquierda populista de Colombia, de la dictadura venezolana e incordio de todo demócrata que no sea de izquierda. Ahí estamos viendo, sí, la mano ejecutora de Napoleonchu, que, tras la retirada injustificada de la embajadora española en Buenos Aires, la reemplazó por el más sanchista del cuerpo diplomático, Joaquín Arístegui, a ver si consigue tocar las narices un poco al presidente Milei.
Una de las características de hacer política exterior partidista es la de que basta con ser amigo de este ministro y ser colocado. Después del bochornoso apoyo a Hamas y de hacer algo que no tiene precedente en los anales de la historia diplomática española como es el reconocer un estado en lugar de establecer relaciones diplomáticas con él, ahora hemos hecho otra originalidad. Tras la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria, Napoleonchu ha nombrado no un embajador en Siria sino un enviado especial para Siria. Un Antonio González-Zavala que no habla una palabra de árabe —sí, tenemos muchos diplomáticos con un árabe fluido— y que nunca había estado destinado en un país de Oriente Medio. ¿Cuál es entonces su principal virtud? Pues claro, ser amigo de Napoleonchu.
En un país en el que nada va bien, difícilmente podría estar mejorando nuestra posición en la escena internacional. España hoy es un don nadie en la Unión Europea y no precisamente por no creer en ella. No sabemos qué hay en la relación con Marruecos, pero sí que es mucho mejor la relación de Trump con Mohamed V al que dio la gran victoria del Sahara. Y en Oriente Medio solo nos alaban los palestinos a los que todos los árabes desprecian. Sólo nos quedan los tiranuelos hispanoamericanos. Con Sánchez y Napoleonchu, no paramos de mejorar.