Teodoro León Gross-ABC
- Esto va del Barça y de negocios turbios, y es un error plantearlo como una conjura contra el Real Madrid
Tal vez porque tengamos una relación freudiana con el fútbol que nos lleva a la edad de la inocencia –los años de los cromos y las alineaciones memorizadas, como los ríos y cordilleras peninsulares para la asignatura de Geografía– nos cuesta pensar en clave de corrupción. Pero el fútbol español está envenenado. Por demás, ya sería raro que un país que ha llegado a ocupar el puesto 46 en el ranking de International Transparency, al nivel de Ruanda o Botsuana, tuviera un fútbol limpio. En otras ligas europeas se ha visto castigar hasta con el descenso a equipos históricos, aunque haya habido pocos escándalos equiparables al caso Negreira: un club pagando millones durante dos décadas al vicepresidente del Comité de Árbitros. Su hijo se ocupaba del menudeo de la trama. Dos años después, no ha pasado nada. Incluso en la estructura arbitral.
Esto va del Barça y de negocios turbios, y es un error plantearlo como una conjura contra el Real Madrid. Aunque obviamente, como teoriza Roca Barea en su ensayo sobre la leyenda negra española, que aplica desde la antigua Roma o a los modernos Estados Unidos, desde siempre se ha generado aversión hacia las superpotencias… y sin duda el Real Madrid lo es en el fútbol. No van a suscitar la misma inquina el Celta o el Cádiz que el equipo que te ha aplastado tantas veces. A Mourinho se le atribuye esa misma idea: «Todos son felices cuando el Real Madrid pierde, porque es el mejor». En todo caso, hay un hecho objetivo: la trama arbitral culé. Y aunque al Barça le hayan favorecido en muchos campos donde pueden sentirse igualmente perjudicados, sin duda sus éxitos han necesitado además que se perjudique al Real Madrid por ser el rival. De eso se trata, y ha quedado una fuerte inercia.
Y esto no va de arbitrajes específicos, de este penalti o aquella roja. El Madrid puede denunciar el apagón del VAR en la entrada salvaje a Mbappé o en el penalti a Vinicius, como el Rayo Vallecano por lo mismo este lunes y tantos otros. Pero la corrupción del campeonato se evalúa con estadísticas de largo recorrido. El saldo arbitral del Barça y Real Madrid en la Champions es equilibrado, pero en la Liga, muy desigual. También en goles VAR. Esas diferencias no pueden deberse al equipo sino al arbitraje. Con Negreira, si no falla el cómputo, hay saldo negativo de 16 expulsiones para Real Madrid y positivo de +71 para Barça, que a su vez tiene saldo positivo con las intervenciones del VAR, a diferencia del Madrid, con el peor saldo. Ahí sí queda en evidencia el sistema que tiene a Medina Cantalejo y Clos Gómez a los mandos, entre oportunistas como Roures y esbirros como Munuera con sus chiringuitos bajo sospecha. Pero este es un negocio demasiado grande, con demasiados intereses, como para desmontarlo, bajo la eterna lógica perversa del ‘too big to fall’. El ‘show’ –aunque corrompido– debe continuar.