Jesús Cuadrado-Vozpópuli

Estas elecciones han demostrado que Europa está malherida, no muerta

Lo que Zelenski necesita es ayuda militar, no fotos como la que Sánchez buscó este lunes en Kiev para su servicio de propaganda. Donde queda retratado sin remedio es en los cuadros de datos del Instituto Kiel que clasifica a todos los donantes de Ucrania contra Putin, y no contabiliza anuncios mediáticos, sino transferencias contantes y sonantes hasta el pasado 31 de enero: de los 27 países de la Unión Europea, España ocupa el puesto 21. Más le valdría al presidente español fijarse en el  socialdemócrata Olaf Scholz que, al no poder acordar con sus socios un presupuesto para 2025, presentó una cuestión de confianza y al perderla convocó elecciones.

De los resultados en Alemania, destaca en primer lugar la disputa entre partidarios y enemigos de la UE. A pesar del crecimiento de los extremos contrarios a la construcción europea, han ganado los europeístas. La extrema derecha (AfD) pasó del 10,3% de 2021 al 20,7% y la extrema izquierda (La Izquierda y BSW), del 4,9 % a casi un 14%. A ese voto anti-UE que suma un relevante 35% se opone el 61% logrado por los partidos proeuropeos.

Destaca también el resultado del gobierno saliente frente a la CDU. El hundimiento del tripartito gobernante (SPD, FDP y Verdes) es inapelable, con una caída desde el 52% al 22%. Con esa foto, suenan absurdas las interpretaciones mitineras de Sánchez. El ganador de las elecciones fue Friedrich Merz con un crecimiento desde el 24% de 2021 al 28,5%. En la caída de la coalición de gobierno “progresista” hay enseñanzas útiles para la política española. Al canciller Scholz le perdió el intento de casar proyectos incompatibles, imposibles de sostener, salvo desde el cinismo que adorna a Sánchez.

El futuro canciller tiene un desafío complicado para recuperar la confianza de los alemanes, pero no podrá ir contra Europa. En el actual marco geopolítico, como señalan los análisis del Instituto Alemán de Economía, Alemania no tiene opciones fuera de la UE

El programa estrella de los socialdemócratas se centraba en la subida del salario mínimo, pero el resultado ha sido una insoportable caída del poder adquisitivo de los salarios. Otro ejemplo: tras desconectar los tres últimos reactores nucleares en abril del 23, las familias más humildes no les perdonaron el proyecto de ley para sustituir calefacciones domésticas de gas y diésel a su costa por puro dogmatismo, al estilo Teresa Ribera. En fin, los estudios previos a las elecciones muestran que una política económica con consecuencias sociales desastrosas les hundió electoralmente. El PSOE no se da por aludido, obviamente.

Se repite que el futuro canciller Merz ha marcado un cordón sanitario a AfD, pero, más bien, la cuestión es que ese pacto es literalmente imposible. No podría gobernar con quienes proponen, como hace también la extrema izquierda, abandonar la UE y adoptar una alianza estratégica con Putin. El futuro canciller tiene un desafío complicado para recuperar la confianza de los alemanes, pero no podrá ir contra Europa. En el actual marco geopolítico, como señalan los análisis del Instituto Alemán de Economía, Alemania no tiene opciones fuera de la UE.

En la CDU no ignoran que una cosa es reformar a fondo el edificio europeo y otra derribarlo, como proponen los amigos de Putin, en uno y otro extremo, como se puede ver aquí. Zapatero y Puigdemont, concertados en Suiza contra España, tienen en común su participación en la televisión de Putin Russia Today,  arma de la guerra híbrida rusa, por donde también han pasado  Iglesias y todo el elenco chavista. En el otro extremo, Vox se ha echado al monte ruso y trumpista.

De los nuevos líderes europeos como Friedrich Merz se espera que reformen a fondo el edificio europeo, que fortalezcan el mercado único y las políticas de innovación, imprescindible para competir con estadounidenses y chinos

Núñez Feijóo acierta al decir que Abascal está en una posición delirante. El líder del PP podría llegar a acuerdos con alguien como Giorgia Meloni, que califica a Putin como “agresor brutal”, pero no con Vox si, como el presidente húngaro Orban y la AfD alemana, se alía con quienes proponen una renacionalización suicida para los 27 países de la UE. En eso Feijóo, como Merz, no tiene ningún margen de maniobra.

Estas elecciones han demostrado que Europa está malherida, no muerta. Aún representa el 16% del PIB mundial, por 27% de EEUU y 17% de China. De los nuevos líderes europeos como Friedrich Merz se espera que reformen a fondo el edificio europeo, que fortalezcan el mercado único y las políticas de innovación, imprescindible para competir con estadounidenses y chinos. Y lo más urgente, que impulsen una defensa colectiva de la UE que, como han comprendido los españoles, exige un aumento sustancial del gasto militar. El que no lo ha entendido es Sánchez, el “señor 1 %” en la jerga de los aliados. Lo suyo es el activismo fotográfico.