- Lo que ha inventado esta nueva generación de políticos no es el tener amantes y mentir, que eso es más viejo que el hilo negro. Ahora lo que vemos es emplear el dinero público que pagamos todos los españoles para que sus amantes se den la vida padre
Los periodistas españoles vivimos tiempos muy intensos. Unos porque no tenemos más que sentarnos a la mesa del despacho para ver lo que ha ocurrido en las últimas horas y enfrentarnos con la difícil decisión de escoger de qué asunto escribimos hoy. Y, por el contrario, otros tienen la tarea, más difícil, lo reconozco, de ver de qué pueden hablar para encubrir lo que está sucediendo. En ese terreno, ayer fue un día muy grande. Algunos siguen buscando entre el barro y el minutaje de la tragedia de la dana de Valencia, que no fue provocada por la voluntad de nadie, pero no tenían tiempo que perder en la relación de José Luis Ábalos con una amante —vaya usted a saber si la única—.
Lo que ayer narró ante el juez de la Sala Segunda del Supremo, Leopoldo Puente, la «amiga» de José Luis Ábalos es de una cutrez y amoralidad difícilmente igualables. El secretario de organización del PSOE que defendió con éxito la moción de censura contra el Gobierno de Marino Rajoy por su supuesta corrupción —después desmentida por el Supremo— es el mismo que tras llegar al Gobierno le puso un piso a su amante y le dio un sueldo en diferentes empresas del Estado en las que supuestamente trabajaba para Joseba García, hermano del célebre Koldo García. Jessica reconoce que ella no trabajó nada en ningún momento, lo que, cuando menos, lleva a preguntarse si el Joseba para el que debía trabajar como asistente hacía algo alguna vez aparte de cobrar. Está visto que en la Administración Sánchez el ser «hermano» puede ser muy rentable.
Lo que ha inventado esta nueva generación de políticos no es el tener amantes y mentir, que eso es más viejo que el hilo negro. Ahora lo que vemos es emplear el dinero público que pagamos todos los españoles para que sus amantes se den la vida padre. En el pasado hemos visto algún abuso del dinero público para beneficio de la familia. Famoso fue en el verano de 1993 el de los billetes «gratis total» para Carlos Solchaga, que había dejado de ser ministro de Economía y Hacienda un mes antes de que la Compañía Transmediterránea agraciase a su familia, sus hijos y sus coches con billetes con cargo a la propia compañía del Estado en su marcha de Valencia a Palma de Mallorca para veranear. Pero eso son minucias comparado con lo que ahora sabemos que hemos pagado nosotros. Porque el sueldo de ministro no daba a Ábalos para sufragar los gastos que le representaba Jessica.
¿Se acuerdan ustedes del escándalo que hubo en España por cuatro trajes que supuestamente le había regalado un sastre a Francisco Camps? El juez absolvió a Camps, pero como muy bien ha contado Arcadi Espada en su magistral obra Un buen tío. Cómo el populismo y la postverdad liquidan a los hombres (Ariel, 2018) a la supuesta corrupción de Camps, absuelto en diez causas, El País le dedicó casi más portadas que al 23-F. Algo parecido puede decirse de un consejero de Caja Madrid al que masacraron porque se gastó con cargo a su tarjeta 145,95 euros en lencería femenina dentro de la asignación que la Caja le había dado para gastos personales.
Pero nada, todo eso era gravísimo, aunque si ayer usted veía los informativos del Equipo Nacional de Opinión Sincronizada, Jessica no aparecía en los titulares. Como ya no hay Camps solo importa el minutaje de Mazón el día de la dana. La macro corrupción del PSOE es irrelevante. Qué falta de vergüenza.