Jesús Cacho-Vozpópuli
El dúo Bolloré-Oughourlian son los protagonistas del mayor feo infligido al gañán en sus siete años de Gobierno
De “asalto a mano armada y desembarco en toda regla”. Así definen en las entrañas de Telefónica lo que está ocurriendo en la compañía fundada un 19 de abril de 1924 en Madrid, dictadura de Primo de Rivera, convertida en la imagen de marca más popular entre las empresas españolas durante más de cien años. Una historia truncada abruptamente el sábado 18 de enero de 2025 cuando el todavía presidente, José María Álvarez-Pallete, recibió la orden de desplazarse a Moncloa donde un cargo de segundo nivel, el jefe de la Oficina Económica Manuel de la Rocha, coautor de la raquítica tesis dizque doctoral de Pedro Sánchez, iba a entregarle el finiquito y su millonaria indemnización anexa. El mundo económico financiero no se ha repuesto todavía del susto y del escándalo, la vergüenza ajena, que produce el hecho de que el presidente del Gobierno se haya permitido, vía subalterno de guardia, despedir al presidente de la primera multinacional española, empresa privada cotizada en Wall Street, entre el silencio sepulcral, asentimiento de corderos, de los organismos de regulación financiera, de la CNMV en adelante. Y Pallete se rinde a las primeras de cambio ante un director general, sin amagar siquiera intención de defenderse. Porque si hubiera invocado los estatutos de la compañía y hubiera reclamado la opinión del Consejo de Administración habría seguido al frente. Con que uno solo de sus consejeros independientes hubiera dicho que no habría frustrado el golpe de Moncloa, y tenía no uno sino varios, la mayoría, dispuestos a sostenerlo.
Pero Pallete iba rendido de casa, llegó a Moncloa moralmente dimitido. El desgaste de casi 9 años en lucha por encontrar un futuro a una compañía que capitaliza ahora 24.300 millones (4,30 euros acción) frente a los más de 100.000 que llegó a valer en su día. Una compañía que lleva dos años consecutivos en pérdidas, lastrada por los malos resultados de Latam, con una suspensión de pagos en Perú, con la venta de la filial argentina, desinversión importante, que se realiza, además, a los enemigos del presidente Milei, y con una inversión de 500 millones en la Venezuela de Maduro, algo que solo puede explicarse desde la inveterada afición al robo ajeno y enriquecimiento propio de la gente que nos gobierna, operación que atufa a corrupción y tras la cual es fácil adivinar la mano negra de Rodríguez Zapatero. Pero el problema de Telefónica sigue estando ahí, imperturbable cual elefante en habitación: el modelo de negocio, el futuro agotado de las telecos convencionales, el qué hacer, por dónde tirar, adónde ir. Pallete, un estudioso, tenía un diseño en la cabeza, el dibujo en el coco del sector a nivel europeo y mundial. Tras su abandono no queda nada. Abrumado por un futuro más que incierto, Pallete coge el dinero y sale directo a esconderse. Su huida es un punto de no retorno. Marc Murtra es un presidente nombrado por Sánchez, aunque en los sótanos de la compañía, allí donde anidan los ratones de la historia, es lugar común que el verdadero presidente en la sombra de Telefónica se llama Javier de Paz, el niño crecido junto a sus abuelos en el humilde Barrio del Cristo de Palencia porque sus padres trabajaban en Alemania, 600.000 al año en el Distrito C desde hace muchos años, compañero del alma de Zapatero, hombre en la sombra y enlace de ese triángulo nada mágico compuesto por Moncloa-Prisa-Telefónica. Sánchez nombra a Murtra y Murtra acepta. Al ejecutivo catalán le dicen te vas a hacer cargo de Telefónica, vas a ganar 10 millones año y te vamos a garantizar dos más en caso de despido, es decir, te vas a meter pal cinto no menos de 30 millones en tres años, ¿dónde hay que firmar? Humano, demasiado humano. A cambio tendrás que aceptar ciertas condiciones: ponerte a las órdenes de SEPI, cumplir lo que mande Sánchez desde Moncloa, y proveer lo que precisen Javier de Paz y José Miguel Contreras.
A Murtra le dicen te vas a hacer cargo de Telefónica y vas a ganar 10 millones año, ¿dónde hay que firmar?
Porque el despido de Pallete y el desembarco de Murtra entraba, entra, en un diseño mayor, un encaje de altos vuelos que tiene por estrella invitada al Grupo Prisa: hacer de Telefónica la financiadora de la nueva aventura “informativa” con la que Sánchez pretende asegurar su poder para muchos años: la creación de “TelePedro”, el nuevo canal de TDT que el Gobierno iba a regalar a Prisa, es decir, iba a regalarse a sí mismo, canal que iba a financiar la operadora a través de Movistar+, y en cuyo puente de mando se iba a instalar Contreras, el hombre de Sánchez en Prisa desde la muerte de Miguel Barroso, como gestor máximo. Pero la “revolución Oughourlian”, Joseph, 53, ocurrida esta semana en Gran Vía 32 ha echado (momentáneamente) esos planes por tierra. Y ¿qué ha ocurrido en Prisa? Pues que el franco-armenio Oughourlian, presidente y primer accionista del grupo, se ha cansado de ser timado en su propia casa. Aunque en realidad ha sido su amigo y socio (juntos tumbaron en Francia al poderoso Grupo Lagardere) Vincent Bolloré, 72, graduado por París Nanterre, dueño de una de las mayores fortunas de Francia, presidente del grupo Vivendi, el mayor holding privado europeo del sector de la comunicación y la industria del entretenimiento, amigo personal de Sarkozy, financiador de Éric Zemmour y hombre de derechas de toda la vida, el que ha dado la orden de abrir fuego en España y acabar con los ladrones que les estaban timando. Vivendi controla el 11,8% del capital de Prisa, aunque en los círculos del gran dinero se sospecha que también es dueño de una parte del 29,9% nominalmente a nombre de Amber Capital, el fondo de inversión que preside Oughourlian. Y Vivendi ha dicho basta.
Bolloré tiene cuentas pendientes con Sánchez, porque fue Sánchez quien impidió a Vivendi aumentar su participación en Prisa hasta la lindera del 30% acogiéndose al clavo ardiendo de la acción de oro, la consideración de Prisa (empresa técnicamente quebrada desde hace tiempo) como “empresa estratégica”. Otro escándalo sólo comprensible en el patio de monipodio español. Sánchez necesita de Prisa y sus diarias felaciones como el comer, de modo que ni corto ni perezoso otorgó a Prisa ese paraguas estratégico que imposibilita a cualquier inversor meter la nariz en el filón propagandístico de El País y la SER. Con un par. También el armenio tenía ganas de desquite. Abducido en un principio por el peloteo obsequioso con el que era recibido en Moncloa, hace más de un año que no habla con Sánchez (“No me ha llamado nadie del Gobierno ni del partido desde el miércoles”), ha perdido todo contacto con Sánchez, una relación que desde la desaparición de Barroso se adjudicó en exclusiva Contreras, un hombre todo ambición muy alejado de la finezza que desplegaba el añorado Miguel, mucho amor por el dinero, muchas ganas de hacerse no ya rico, sino muy rico. Oughourlian nunca terminó de empatizar con él, y de hecho se negó a hacerle consejero de Prisa como pretendía. Es más, Moncloa llevaba tiempo susurrando al oído de Joseph vía Contreras con un “estate tranquilo, vamos a buscarte una salida, un comprador de tu paquete para que puedas marcharte de España cuando gustes”. Pero el armenio y su amigo Bolleré hace tiempo descubrieron que era mentira, es mentira, no hay nadie en este país con billetera bastante para poner cerca de 500 millones sobre la mesa y, peor aún, en las últimas semanas a sus oídos habían llegado las andanzas de José Miguel y sus cuates (los Varela Entrecanales y demás minoritarios fieles a Moncloa con dinero de Caixabank) fanfarroneando por Madrid de su disposición para hacerse con el 51% del capital y poner al Orgulian “en la puta calle”.
El dúo Bolloré-Oughourlian se ha permitido un desafío en toda regla al guapo entre los guapos del páramo español
Gente muy enterada sostiene que el episodio de “TelePedro” ha sido una mera disculpa, el incidente que el dúo francés estaba esperando para romper la baraja en el Consejo del miércoles. Por si ello fuera poco, Contreras se había adjudicado el 10% de la nueva sociedad encargada de sacar el nuevo canal televisivo, un 10% liberado porque yo lo valgo. “Me están estafando en mi propia casa” estalló el armenio airado. Al día siguiente, el citado entregó el finiquito a Carlos Núñez, consejero ejecutivo y presidente de Prisa Media, y pretendió hacer lo mismo con Contreras, pero José Miguel no apareció por la sede de Prisa, se escondió. En un momento de grave crisis de la televisión generalista, nadie entiende el interés de sacar ese nuevo canal más allá del obvio empeño en convertirlo en una nueva máquina de propaganda al servicio de Sánchez. ¿Y si TelePedro se convirtiera en unos meses en TeleAlberto? Un negocio de mierda, que andando el tiempo podría permitir a Contreras dar un pelotazo con la venta de la licencia.
Lo llamativo del caso es que el dúo Bolloré-Oughourlian se ha permitido un desafío en toda regla al guapo entre los guapos del páramo español, el tipo al que rinde pleitesía, acollonado, lo más granado del glorioso capitalismo hispano. Afrenta increíble. Han tenido que ser unos empresarios extranjeros los protagonistas del mayor feo infligido al gañán en sus siete años de Gobierno, con los ricos del lugar escondidos y a resguardo de la tormenta. Hay quien dice que al franco-armenio le quedan dos telediarios, que la venganza de Pedro va a ser terrible. Lo dudo. Este curioso personaje, mero testaferro de César Alierta en sus orígenes, se ha situado en una posición negociadora muy fuerte. Si queréis que me vaya, ponedme más de 400 millones encima de la mesa y me largo al día siguiente. Tiene mayoría absoluta en el Consejo de Prisa, y más la tendrá si concreta su intención de reducir de 15 a 11 el número de asientos, y con el control de cerca del 45% del capital es muy difícil que alguien logre moverle la silla en Junta General. Cuesta imaginar a Ana Botín poniendo la participación del Santander a disposición de Moncloa/Contreras, y otro tanto cabe decir de la familia Polanco (por no hablar del mexicano Carlos Slim), cuya situación financiera es ahora más desahogada y a quienes José Miguel les ha parecido siempre un simple aventurero de fortuna, por más que consideren a Oughourlian un mediocre gestor (Prisa sigue con cash-flow negativo y la deuda es comparativamente mayor que cuando desembarcó en el grupo).
Telefónica acaba de meter otros 500 millones en Venezuela, el mejor lugar del mundo para invertir, como todos sabemos
Ocurre que la entrada en tromba en Telefónica del PSOE/PSC, el intento de Sánchez de convertir la operadora en su nueva Prisa, ha puesto en manos del citado un argumento demoledor: “Siempre les he dicho que yo me voy si me dan una salida razonable; ahora la tienen a mano: Telefónica, que me compre Telefónica…” Ojo, que el yerno de Sabiniano Gómez, antiguo dueño de las saunas gay de Madrid, se enfrenta al que quizá sea el envite más importante de su carrera política. Si en los próximos días el capo de Amber Capital se atreve, como afirma, a poner en la calle a Pepa Bueno (“Bueno, Pepa”), a Claudi Pérez y al resto de rendidos soldados del amor de Sánchez, entonces habrá que entender que la guerra ha estallado de verdad, que el dúo Bolloré-Oughourlian va a por todas y que Sánchez puede verse de pronto privado del apoyo de El País y la SER. Una bomba racimo. Una guerra en la que no se harán prisioneros. Mis fuentes francesas aseguran que Bolloré está dispuesto incluso a llevar a Prisa a concurso de acreedores (ellos serían los primeros en la lista). Hasta ahí llega la riada. Una derrota que Sánchez no se puede permitir, porque el control de la máquina de propaganda de El País/la SER es vital para su inmediato futuro político.
De modo que, Pedro, estás tardando; un líder mundial de tu categoría no puede consentir un desaire como el que te acaba de hacer esta pareja, en realidad un hostión a mano abierta de los que hacen daño, algo que ni debes ni puedes tolerar. A quien, como tú, ha convertido RTVE en TelePSOE, una televisión de partido cuyo déficit sostienen los idiotas contribuyentes españoles con cerca de 600 millones año, no debe importarle obligar a la nueva Telefónica socialista a poner la pasta para poder mandar a ese tipo de apellido impronunciable a tomar por saco. Carlos Cózar ha contado aquí que Murtra ha abierto ya hueco en Movistar+ para que esta misma semana desembarquen allí Contreras, Núñez, Llorente y el lucero del alba. El ex presidente de Prisa Media lo niega: “No estoy negociando nada con Telefónica, ni he pedido ni me han dado jamás nada de lo de la tele. Es basura totalmente intencionada. He dedicado toda mi vida a trabajar y a gestionar y no estoy en ningún rollo político”. Dicho queda. Pero… ¿qué son 500 millones para Telefónica? Al fin y al cabo acaba de meter otros tantos en Venezuela, el mejor lugar del mundo, como todos sabemos, para invertir ahora mismo 500 millones. Claro que soltar una cifra superior a la capitalización de Prisa (333 millones) sólo para sacar del accionariado a su primer accionista sería una operación tan obscena que expondría a sus protagonistas a todo tipo de querellas en los tribunales por parte de los minoritarios.
Un líder mundial de tu categoría no puede consentir un hostión a mano abierta como el que te acaban de dar
Confirmaría, sobre todo, la atroz sospecha que hoy recorre las sentinas del Distrito C según la cual esta gente ha llegado dispuesta a hacerse rica. Que De Paz, el hombre fuerte del momento sostenido por Zapatero (sus negocios en la operadora, vía la china Huawei), y sus cuates han venido a ordeñar la vaca, a llevárselo crudo, con los ministros del Gobierno llamando para colocar familiares y amigos de forma desvergonzada. Un asalto con sabor a desfalco. Y a ser posible sin testigos, con los medios críticos castigados con recortes publicitarios. Y a todo esto, ¿quién piensa en el negocio? ¿Quién, en sacar adelante la cuenta de resultados buscando nichos nuevos para una Telefónica venida a menos? ¿Quién se ocupará de revertir su imparable declive? ¿Tiene futuro Telefónica o es ya apenas el vertedero en el que los hozan y desbrozan los cazadores de gangas? ¿Y qué hace Fainé, que dice Isidre? Es el gran reto de Murtra, todos los ojos puestos en él, convertido en la última esperanza de que Telefónica (y de alguna manera este desgraciado país) tenga aún algún futuro por delante, algo que no sea el robo a mano armada cometido por la mafia que nos gobierna. Quienes le conocen, sostienen que un tipo tan poco sectario como él, de su trayectoria, no va a ceder ante ese entramado gansteril que intentará aprovecharse de su condición de socialista, no creen que vaya a rendirse y embarrar su currículum por simple dinero cuanto tienen toda la vida por delante y que tratará de sacudirse el yugo que sin duda Moncloa intentará imponerle.
Es la esperanza —y no es pequeña— que se yergue frente al riesgo de desmantelamiento de la operadora. Sobre todo cuando vuelven a soplar más fuertes que nunca los vientos de cambio. El desafío a Sánchez del dúo Bolloré-Oughourlian no es casual. El mundo del dinero empieza a olfatear el cambio de tendencia. De hecho en Moncloa se baraja de nuevo el mes de julio —volver a repetir el golpe sorpresa del 23-J que tan insólitos resultados le deparó— para llamar a las urnas. Anima a Pedro la perspectiva de la nueva carretada de millones que desde Bruselas podrían volver a caer en sus manos a cuenta de los gastos en la Defensa comunitaria, dinero que serviría para volver a regar el solar patrio de pasta gratis total. Esto no aguanta más, hasta el punto de hacerse muy difícil imaginar dos años más con este insoportable nivel de corrupción. El espectáculo de Jessica es ya epítome de la degradación más descarnada como país. «Ineco me contrató pero yo no sabía que eso era una empresa pública». El dinero del contribuyente ha servido para pagar las putas del número dos del partido y del Gobierno, íntimo de Sánchez, dueño de los secretos de Sánchez. ¿Ha dimitido ya Carmen Librero, presidenta de Ineco desde 2018? “A mí me dijo Ábalos que eligiera un piso y yo elegí”. Sánchez y su banda han convertido España en una gran casa de lenocinio.