Alejo Vidal-Quadras-Vozpópuli
La inacción o la resistencia inútil sólo asegurarán la irrelevancia y la frustración del Viejo Continente
Desde 2014 presido una organización con base en Bruselas, In Search of Justice International Committee, dedicada a la promoción de la democracia y del respeto a los derechos humanos en Oriente Medio con particular atención a la República Islámica de Irán, una teocracia criminal y terrorista que a lo largo de los últimos cuarenta y cinco años oprime cruelmente a su pueblo y es el principal agente desestabilizador de la región. Esta labor, como es sabido, casi me cuesta la vida cuando el régimen de los ayatolás organizó mi asesinato y recibí el 9 de noviembre de 2023 un disparo en la cabeza de un sicario contratado al efecto por la dictadura irańí. Hasta el momento ocho personas de diversas nacionalidades han sido arrestadas en España, Francia, los Países Bajos y Colombia en relación con este atentado, incluido el tipo que intentó matarme. Espero que este año se celebre el juicio en Madrid y quede probado también en sede judicial quiénes son los últimos responsables de este delito, aunque la autoría intelectual está ya más que clara.
En mi condición de presidente del ISJ International Committee he visitado Washington esta semana pasada donde he desarrollado un intenso programa que ha incluido una comparecencia en el Congreso ante el caucus de la Cámara Baja sobre el futuro de Irán, reuniones con diversos e influyentes think tanks, entrevistas para medios escritos y audiovisuales, contactos con los equipos de media docena de senadores y representantes y sesiones de trabajo con la resistencia iraní, el Consejo Nacional de Resistencia de Irán, que lidera una mujer de extraordinario heroísmo y destacado carisma, Maryam Rajavi.En el transcurso de estas actividades he podido captar de primera mano el ambiente político en la capital estadounidense y los vientos que soplan en el arranque de la nueva Administración encabezada por Donald Trump. Lo primero que debemos comprender en Europa es que nos hallamos en un escenario geopolítico y conceptual distinto al que hemos vivido desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy. Estados Unidos es la primera potencia militar, económica y cultural del globo, firme aliado hasta ahora de la UE, y una oscilación del péndulo en su sociedad hacia otro marco moral, filosófico y estratégico es determinante para el resto del planeta y muy especialmente para nosotros los europeos. No debemos caer en la vana ilusión de que se trata de un paréntesis de cuatro años y que todo volverá a ser como antes del regreso del magnate neoyorquino a la Casa Blanca. Parece más que probable que nos encontremos en el principio de un largo período de sucesivos presidentes del partido republicano -no es casualidad la elección del joven e impetuoso J.D. Vance como vicepresidente- de talante e ideas rotundamente alejadas del consenso woke, estatista y multilateralista que ha impregnado durante décadas la atmósfera política, intelectual y social norteamericana. Los tiempos de la llamada Justicia Social y del progresismo post-moderno se han terminado al otro lado del Atlántico y en Bruselas y en las capitales de los Estados Miembros de la UE hemos de asumirlo y actuar con serenidad, realismo e inteligencia en este contexto difícil.
Ante la embestida de Trump exigiendo a Zelensky una rápida negociación de paz que incluya concesiones territoriales a Rusia y la firma de un acuerdo sobre acceso a minerales de valor estratégico, el primer mandatario de Ucrania se ha negado a aceptar este planteamiento y ha sido invitado a abandonar la Casa Blanca
El viernes pasado la reunión entre el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, y el de Estados Unidos, Donald Trump, tuvo un desenlace agrio y abrupto. Ante la embestida de Trump exigiendo a Zelensky una rápida negociación de paz que incluya concesiones territoriales a Rusia y la firma de un acuerdo sobre acceso a minerales de valor estratégico, el primer mandatario de Ucrania se ha negado a aceptar este planteamiento y ha sido invitado a abandonar la Casa Blanca tras suspenderse la rueda de prensa conjunta que estaba programada para después del encuentro bilateral. Las cosas no han podido ir peor para la posición europea y para la martirizada nación vecina de Putin. Sin embargo, no hay que dejarse arrastrar por el pánico. Tras la tormenta viene la calma y los máximos responsables comunitarios, así como los gobiernos nacionales de los Veintisiete, deben aplicar en este turbulento período las virtudes cardinales de la prudencia y la templanza si desean alcanzar las otras dos, fortaleza y justicia.
Tampoco se percibe en la estructura europea un liderazgo firme, valiente y carismático que empuñe el timón resueltamente en las aguas procelosas de un escenario internacional convulso
El estilo negociador de Trump se caracteriza por la brusquedad, la celeridad, la ignorancia de las formas de la diplomacia y el pragmatismo descarnado. La UE, en cambio, está acostumbrada a una aproximación en meandros a los problemas, a la lentitud de las tomas de decisión, a la armonización trabajosa de intereses divergentes y a la evitación del riesgo. Estas dos maneras tan distintas de concebir la geopolítica obligan a las dos partes a un esfuerzo de adaptación. Al fin y al cabo, Estados Unidos y Europa comparten los mismos principios y valores fundamentales, aunque en la actualidad discrepen en su interpretación y aplicación. La UE no se encuentra en su mejor etapa: su débil arquitectura militar, su economía escasamente competitiva, su insostenible Estado del Bienestar, su declive demográfico, su impotencia frente a una invasión masiva de inmigrantes ilegales y su incapacidad de alcanzar sólidos enfoques comunes, la vuelve frágil bajo la presión del vendaval que viene de Washington. Tampoco se percibe en la estructura europea un liderazgo firme, valiente y carismático que empuñe el timón resueltamente en las aguas procelosas de un escenario internacional convulso. Se avizoran cambios estructurales del orden mundial mientras Francia aparece desorientada y confusa, Alemania ha de recomponerse tras un largo tiempo de decisiones equivocadas y los Estados bálticos y los orientales, junto con Italia, se disponen a jugar por su cuenta la relación con Estados Unidos. España, por supuesto, y gracias a Sánchez y su cohorte de fuerzas disolventes, ni figura en la ecuación. Por tanto, adaptación tranquila a la nueva situación, incremento acelerado de la capacidad de defensa, alejamiento del dogmatismo climático y de los disparates woke, mejora de la competitividad, diversificación de socios comerciales y diálogo hábil y flexible con el actual rey de la selva. La inacción o la resistencia inútil sólo asegurarán la irrelevancia y la frustración del Viejo Continente.