Juan Carlos Giraute-El Debate
- Basta con agarrar la mano que le tiende el tipo del pelo naranja, un hombre detestado por no haber empezado ninguna guerra y por querer detener las que se ha encontrado
Cuando escribo esto, Zelenski anuncia su voluntad de hacer lo correcto: volver a Washington y firmar el acuerdo con Trump. Cuando alguien ha salido por peteneras una vez, puede volver a hacerlo. Quiero decir que está bien celebrar el anuncio y tal, pero que antes de levantar la copa por el próximo fin de esa guerra que tanto complace a la gran coalición socialdemócrata europea, vamos a esperar a ver. A Europa ni se ha referido Zelenski en su anuncio de regreso a la sensatez. Bien, aunque la mencionara agradecido en las próximas horas, el hecho es que ahora mismo el héroe quiere volver a ser útil, quiere servir para la paz como ha servido en la guerra y se arrepiente de lo mal que le salió la reunión oval.
Deja así con el culete al aire a quienes empezaban a exprimirlo, a esgrimirlo cual muñeco, cual fetiche, mientras lanzaban, iracundos, sus acostumbradas proclamas antiamericanas. ‘La obsesión antiamericana’ que teorizó Revel la padece toda la izquierda, eso ya lo sabemos, y tres cuartas partes de la derecha europeas. Lo cual refleja una falta de gratitud histórica bastante lamentable. España fue neutral en las dos grandes conflagraciones mundiales, pero nuestros socios en la UE hablarían todos en alemán y llevarían bigotito si no hubiera sido por los estadounidenses veinteañeros que regalaron su sangre floreciente en las playas francesas.
Seguramente lo de aparecer como ganador en la posguerra cuando en realidad estás entre los perdedores provoca una vergüenza tremenda a Francia; tanto que no la puede superar, y entonces odia a su salvador. Por eso andaban ayer por la mañana escupiendo a Trump todos los partidos franceses. Sin exclusión. Es un trastorno nacional. En España, escuchamos los absurdos habituales. A Vox lo ha señalado un propio del PP como «basura asquerosa a la que hay que tratar como tal». ¿Cómo así? Es que Vox defiende la opción que también defiende ahora Zelenski, cogiendo a la gran centralidad papanatas europea (y muy en especial a la española) con el pie tan cambiado que el trompazo va a ser serio.
No vaya a ser que la vuelta de Zelenski al raciocinio sea el resultado directo de quedarse sin fondos estadounidenses. El dinero abre muchos ojos. Y también los cierra. Nos vuelve a sorprender la infinita hipocresía, la maldad de la gran coalición europea (que incluye a sus vasallos y paniaguados en las terminales propagandísticas de rigor). Resulta que aquí y allá se condena, se insulta, se infama a Trump por no gastarse el dinero del contribuyente estadounidense en la continuación de una guerra que Ucrania no puede ganar. No puede ganar pero sí puede detener ahora sin quedar un milímetro por debajo de Putin en resultados y varios palmos por encima de él en valor y en honor. Basta con agarrar la mano que le tiende el tipo del pelo naranja, un hombre detestado por no haber empezado ninguna guerra y por querer detener las que se ha encontrado.