- Esto es la izquierda: la bandera del feminismo manoseada por una panda de puteros y rijosos de manos largas y por una pandilla de gritonas que callan como geishas cuando toca denunciar a tanto macho alfa entre los suyos
Hay que tener la fe del carbonero –en este caso de la carbonera– para salir a manifestarse detrás de la izquierda por la causa del feminismo en esta España de las Jéssicas y las Andreas. Y más aún hacerlo detrás de organizaciones políticas que ampararon los abusos de Monedero y Errejón o las relaciones comerciales de José Luis Ábalos y el Tito Berni con escorts de catálogo. Además de la que está cayendo en los medios y en los juzgados, resulta que este año también se ha puesto a jarrear en toda España. Si la celebración feminista de ayer ya era un naufragio antes de comenzar, la lluvia acabó por rematarla.
Pero no es el único hundimiento al que asistimos. En las últimas semanas, han colapsado todos los discursos sobre los que la izquierda ha sustentado esa pretendida superioridad moral que le da carta blanca para perpetrar todo tipo de abusos. La cesión a Junts de las competencias de inmigración y el discurso que la ampara, ha sido para el buen militante socialista lo mismo que para el buen trumpista ha debido significar verse súbitamente encamado con Putin frente a la heroica Ucrania. Tanto golpe en el pecho, tanta alarma antifascista y tanto cordón sanitario para acabar colocados como cooperadores necesarios en este nuevo arreón del supremacismo xenófobo catalán. Coja usted el famoso autobús 47 y llévelo de vuelta al centro de Barcelona porque los nuevos charnegos merecerán un tratamiento aún peor que el vivido por aquellos cuya historia cuenta la película.
Y todo esto mientras aún no hemos acabado de digerir el engrudo fiscal diseñado por María Jesús Montero con la deuda autonómica, un juego de trileros que premia a los incumplidores y penaliza a quienes ya venían castigados por el sistema arbitrario pactado entre Zapatero y Artur Mas.
Esto es la izquierda: la bandera del feminismo manoseada por una panda de puteros y rijosos de manos largas y por una pandilla de gritonas que callan como geishas cuando toca denunciar a tanto macho alfa entre los suyos; la bandera del progresismo entregada al servicio de la derecha más xenófoba de toda España y la bandera de la igualdad tapando todos y cada uno de los privilegios concedidos a Cataluña de detrimento del resto de españoles.
¿Y qué decir de la regeneración democrática? No hay inteligencia artificial que pueda generar un video más demoledor para el PSOE que el discurso real que José Luis Ábalos pronunció en aquella moción de censura a Rajoy. Con la palabra decencia por bandera, el mejor cliente de Jéssica y el mejor agente comercial de Víctor de Aldama, se encaramó con Pedro Sánchez al gobierno de España. Aquello fue el primer paso de este completo catálogo de corrupción que vemos desplegado cada día en todas sus modalidades, del tráfico de influencias a la información privilegiada, pasando por la malversación, la apropiación indebida y los cohechos propios e impropios.
Las promesas de decencia del PSOE y sus socios fueron una estafa desde el primer día, pero ha costado demasiado tiempo y demasiado daño descubrirlo. Al menos debería haber servido para quedar escarmentados y vacunados contra los demagogos de todo signo.